La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Me quedo en el pueblo | Muriellos Cimero

Inspiración a 1.000 metros

La ceramista Carmela Díaz y su marido, junto a otras dos parejas, compraron casas en una aldea deshabitada y viven allí desde 2013

Inspiración a 1.000 metros

Para Carmela Díaz González y su compañero, Ciro Río Sánchez, nada es imposible. Grandes amantes ambos del montañismo y de la vida rural, hicieron una apuesta fuerte y cuando menos valiente cuando, allá por 2007 y junto a otras dos parejas amigas, decidieron comprar casas en Muriellos Cimero, en Quirós. Lo significativo del caso es que se trataba de un pueblo deshabitado hace años, a unos 1.000 metros, y con unas vistas espectaculares del entorno. "No se debe hablar de pueblos abandonados sino deshabitados, porque los terrenos y las casas, todo, tienen dueño, aunque hace años no vivan en el lugar", explica esta mujer, que estudió en la Escuela de Arte de Oviedo. Y añade "nosotros teníamos un par de cabañas en la zona de La Cubilla, las vendimos y con ese dinerín compramos la casa, que fuimos reformando nosotros; de hecho, seguimos ello porque esto es la obra interminable", explica esta artesana, natural de Oviedo.

Padres de León y Valentina, no tienen más que buenas palabras tanto para el Ayuntamiento como para los vecinos, que en principio se extrañaban de que quisieran vivir allí, tanto ellos como las otras dos parejas. "Pedimos al Ayuntamiento que adecuase el camino desde Muriellos hasta aquí para que pudiéramos hacer la obra, y lo hizo sin problemas. Se portaron muy bien con nosotros, al igual que los vecinos, con los que tenemos muy buena relación. Nuestros niños van a la escuela todos los días, viene un taxi a recogerlos. Todo esto empezó en el año 2007, pero no nos vinimos a vivir hasta el año 2013 y estamos, como el resto de nuestros amigos que viven aquí, en obra permanente", afirma ella con una sonrisa mientras ultima uno de sus trabajos en su taller.

Carmela no siempre ha podido trabajar en su profesión. Las obras de rehabilitación le han copado gran parte de tiempo. Sin embargo, últimamente ha podido retomar su actividad artesana, que firma con el nombre de Carmela, Arte Decorativo. Entre otros artículos, realiza unas urnas funerarias que llaman la atención por su belleza y su originalidad. También hace escultura y piezas decorativas. "Esto tiene que gustarte mucho y necesitas contar con unos ingresos mínimos que te permitan continuar porque a nosotros aún nos queda mucho por delante. Hay que aprender a vivir con poco, pero, claro, es algo que va con cada uno. Yo creo, sin duda, que se puede vivir en el medio rural. En nuestro caso no somos nada gastizos, nos gusta la vida sencilla", matiza.

Compartir el artículo

stats