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La crisis revuelve el tablero político y propaga las manos tendidas al Gobierno

Algunas voces en Podemos y la cúpula autonómica de Cs relajan las reticencias al acuerdo exhibidas en el arranque de la legislatura en la Junta

Adrián Barbón, a la izquierda, y Rafael Palacios, en la Junta, en una imagen de archivo. LUISMA MURIAS

Fue una victoria agónica, puede que insípida. No hace ni cuatro meses que el Gobierno del Principado salvó la primera prueba de la legislatura por los pelos, en el último minuto y sin compañía estable. Sufriendo hasta el final, la mayoría minoritaria del PSOE en la Junta sacó su presupuesto el penúltimo día de 2019 a través de los azares internos de sus rivales del centro derecha, merced a dos abstenciones desgajadas de Foro y Ciudadanos, con todo el resto del parlamento en contra y algunas dudas sobre las alianzas y los compañeros del futuro. Pero ha sido declararse la crisis, estallar una pandemia global y empezar a despejarse, al menos de palabra y de momento, el horizonte de un mandato que los socialistas iniciaron sin más apoyo estable que el insuficiente de los dos diputados de IU.

La crisis ha doblegado algunas resistencias y ya hay voces que incitan al pacto en las otrora disidentes huestes de Podemos y Ciudadanos. Al PSOE no le basta IU, y pronto quedó claro que en condiciones políticas normales le iba a costar encontrar el disputado voto que falta. Podemos y Ciudadanos eran aquellas dos fuerzas que según la calculadora parlamentaria de los tiernos días siguientes a las elecciones estarían a tiro del PSOE, ora unos, ora los otros, para echar a andar la legislatura en la Junta mejor que en el ciclo parlamentario que quedaba atrás. Pero las dos le cerraron las puertas, cada una a su modo, y solo la disensión interna de una diputada naranja -Ana Coto, la única que no cobraba, la más ajena al aparato del partido- y su abstención combinada con la de Adrián Pumares, procedente de la fractura dentro de Foro, evitaron por la mínima, por un voto, el primer fracaso parlamentario de la administración Barbón en el examen de sus primeros presupuestos.

Aquello pareció un augurio peligroso, un inquietante triunfo sobre la bocina. Pero en las últimas semanas, la pandemia del COVID-19 -que todo lo cambia, que todo lo revuelve- ha cocinado un efecto colateral más o menos inesperado: las ofertas de pacto se suceden a derecha e izquierda. El diputado de Podemos Rafael Palacios invitó primero a los suyos a la "generosidad" y a la "valentía", a la discusión de un inédito pacto de izquierdas que siga en Asturias la estela del entendimiento nacional y busque salidas a la colosal crisis que se avecina. De momento, ha encontrado algún tímido aplauso y sonoros silencios de la dirección podemista asturiana, muy remisa hasta ahora al tendido de puentes hacia la bancada socialista. Pero ahí sigue la oferta, planteada de momento mirando más al interior de su organización que proyectándola hacia fuera, mezclada con un más o menos inminente proceso de renovación de los órganos directivos de la formación y justificada en la gravedad de la crisis que asoma la patita. Coincide en el tiempo además con la mano tendida de Ciudadanos, aquel partido que frenó en seco desde Madrid el voto favorable que su grupo parlamentario había negociado con el PSOE en Asturias y que ahora ha virado en redondo para enfilar el camino de la colaboración.

De pronto, por obra y gracia de una pandemia mundial, en Podemos se pronuncia con cierta timidez la locución "gobierno de coalición de izquierdas" y en Ciudadanos ya no se trazan líneas rojas con el PSOE asturiano que todavía en enero exigían renegar de los pactos de su matriz nacional con los "comunistas, independentistas golpistas o filoetarras".

El portavoz de la formación en Asturias, Nacho Cuesta, acaba de proponer a los suyos para la vocación de pacto y la voluntad de colaboración con el Gobierno. Con el de España y el de Asturias, "sin ninguna duda", responde Cuesta en una actitud proclive al acuerdo que se acerca más a la del grupo parlamentario naranja en la negociación presupuestaria y marca una significativa distancia con el PP, que en las mismas palabras del portavoz asturiano y miembro de ejecutiva nacional que manda Inés Arrimadas "está funcionando con otras claves", ajenas a su juicio a la pretensión de "ser útil" que él reclama para Ciudadanos.

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