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Un ejército de peluches frente a las PCR

Cecilia, niña ovetense de 8 años, llenó ayer el coche familiar de muñecos para ir a su cita nocturna con el autocovid pediátrico del HUCA, al que acuden decenas de menores | El servicio registra retrasos de hasta una hora y muchos pequeños terminan por dormirse

El autocovid pediátrico del HUCA no para: citas hasta las 23:00 para hacer la PCR

El autocovid pediátrico del HUCA no para: citas hasta las 23:00 para hacer la PCR A.D.

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El autocovid pediátrico del HUCA no para: citas hasta las 23:00 para hacer la PCR A. R. / R. D.

El autocovid pediátrico del HUCA no para, programa citas hasta más allá de las once de la noche, lo que provoca que algunos pequeños se caen de sueño mientras esperan turno para hacerse el PCR, pues en algunos momentos hay largas colas de coches. Y se llegan a registrar esperas de más de una hora sobre el horario convenido.

La semana ya empezaba con la instalación cargada de citas. El lunes, el padre de un niño ovetense de 4 años contactó por la mañana con la pediatra de la familia para advertirle de que el pequeño, escolarizado en un colegio concertado de la ciudad, tenía fiebre y se encontraba bastante postrado. Una situación de riesgo en su caso, al arrastrar desde bebé algunos problemas que les obligan a estar siempre atentos a su salud. Unas horas después la pediatra les confirmaba la cita para una PCR: a las 21.30 horas de ese mismo día.

Bruno Fernández, aguardando su turno para hacerse una PCR. | J. Rus

“Llegamos unos minutos antes de la cita y había una cola importante de coches, pero lo dábamos todo por bueno”, dijeron los padres, dado que les habían citado para ese mismo día. Tuvo que pasar cerca de una hora hasta que al niño le tomaron la muestra. “El pobrín se dormía en el coche. Menos mal que llevábamos canciones y dibujos que le gustan, pero entre las horas y la fiebre, se caía de sueñín. Si lo llego a saber le llevo en pijama”, relató el progenitor, al que luego lo que le preocupaba era “que nadie nos reclamara por saltarnos el toque de queda”. Algo que no ocurrió. Al día siguiente, eso sí, los resultados ya les dejaron tranquilos: no era un caso de covid sino cualquier otra enfermedad propia de la edad pediátrica.

Aún más tarde, a las 22.15 horas tenía cita ayer Cecilia, de 8 años, confinada desde el viernes por un positivo en su clase ovetense. A la madre le pareció “rarísimo” el horario: “Pensaba que no darían a estas horas citas pediátricas”, más aún con el toque de queda. Y sin más justificante que la llamada del Sespa. Minutos después de las 23.00 horas llegó la familia al autocovid. Había 15 coches delante. La niña, un poco nerviosa y asustada, había llenado el coche de peluches. Le dan tranquilidad. Con cincuenta minutos de retraso, pasó la prueba. Y ahora, a esperar el resultado.

La cola de coches en el autocovid, anoche, a las 22.00 horas. | Julián Rus

Bruno Fernández, alumno del colegio San Bartolomé de Nava de 10 años, tenía cita un poco antes, a las 21.45 horas. Llegó con sus padres desde Sariego, a 35 kilómetros del hospital. “¡Coime, os hacen venir de lejos!”, comentó la enfermera que les tomó los datos. Se encontraron al llegar, con un cuarto de hora de adelanto, con unos 15 coches delante. Poco antes de la hora convenida, llegó al lugar un repartidor y salió un sanitario con su bata blanca a recoger el paquete. “Pero, ¿pueden comer pizza aquí?”, preguntó Bruno, un tanto nervioso y sin sueño, porque andaba “en modo remolino”, según su madre. Los nervios fueron a más a medida que se acercaba el momento . Y al final ya estaba “atacáu”, en palabras de la madre. Para tranquilizarlo lo entretuvieron intentando adivinar entre todos lo que estaría viendo en ese momento en la tele la gente hospitalizada.

Con media hora de retraso, el crío pasó la prueba. Tres segundos frotando la garganta y otros tres la nariz. Bruno aguantó “como un campeón”, e incluso se vino arriba: “Si tengo que venir otra vez, sin problema”. Ah, y las enfermeras, “superamables”, resaltó la madre. Superada la prueba, vuelta a casa, otros 35 kilómetros ya por encima del toque de queda, aunque con un justificante del colegio en el móvil por si acaso, y a dormir con la incertidumbre que provoca no saber el resultado de la prueba, aunque Bruno no tiene ningún síntoma. Y, lo mejor de todo, hoy tampoco irá a clase. Lo hará el lunes, si da negativo. Lo mismo que Bruno, ayer pasaron por el autocovid pediátrico los demás alumnos de su clase, excepto el compañero que dio positivo. Están todos confinados desde entonces. Anoche fue su primera salida.

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