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Medidas que descuadran la caja del bar

Separar a dos metros las sillas y poner mesas solo para cuatro deja bajo mínimos los aforos: “Así será imposible tener unas Navidades rentables”

Por la izquierda, Luis López y Christian Valle, ayer, colocando mesas en su sidrería del barrio de El Llano, en Gijón. | Ángel González

Metro en mano, con escaso entusiasmo y mucha incertidumbre. Así se muestran muchos hosteleros asturianos tras conocer las condiciones impuestas por la consejería de Salud para la reapertura del sector a partir del próximo lunes. La condición de establecer una distancia mínima de dos metros entre las sillas de diferentes mesas y las recomendaciones de autoconfinamiento hacen pensárselo dos veces a un sector duramente golpeado por los dos cierres anteriores y temeroso de que “el remedio” –la reapertura con restricciones de los locales– “sea peor que la enfermedad” –el cierre decretado el pasado 3 de noviembre–.

Con la cinta métrica se pasaron buena parte el día de ayer los hosteleros gijoneses para cuadrar las mesas de tal forma que se cumplan las medidas impuestas por el Gobierno regional para esta segunda reapertura de bares, cafeterías y restaurantes que está lejos de convencer al sector. “El Principado está abriendo la mano para que nos callemos la boca, porque han visto que estábamos haciendo ruido”, señala el hostelero gijonés Christian Valle, al frente de la sidrería Nueva Uría, en el barrio de El Llano. De hecho, el empresario advierte en las nuevas medidas “un cierre encubierto” porque “muchos locales que sean pequeños o sin terraza no podrán cumplir las normas”.

En su caso, que tiene un local de amplias dimensiones que en condiciones normales le permite montar entre 20 y 22 mesas, las medidas le obligan a reducir “a la mitad”. “En la terraza puedo poner otras 20, porque tengo al lado una explanada y el Ayuntamiento nos da margen para eso, pero ahora en invierno a partir de las seis de la tarde hace frío y ya nadie se sienta”, reflexiona Christian Valle, que critica que con esta reapertura “te dejan a medias”.

Los hosteleros Annalisa Lusso y Joaquín Fernández, midiendo la distancia entre dos sillas en su bar del barrio ovetense de Teatinos. | Julián Rus

El hostelero gijonés es consciente de que las condiciones sanitarias, “con mucha gente muriendo”, deben aplicarse, pero al menos, en contraprestación, espera que lleguen las ayudas al sector. “Si no podemos trabajar, al menos que nos paren los pagos, porque las ayudas, además de ser insuficientes, no han llegado todavía”, asegura. A eso se suma el temor a la tercera ola de la pandemia que tanto el Principado como muchos expertos ya vaticinan. “Seguro que anuncian otro cierre para mediados de enero, y eso nos mata porque no tenemos control para hacer pedidos. No sabemos si debemos pedir mucha carne y pescado por si cierran o no ni saber cuándo”, expone. A todo ello suma que, mientras la incertidumbre sigue presente, “van llegando los seguros y los pagos a los que seguimos teniendo que hacer frente”.

Pesimismo

En Oviedo, el matrimonio formado por Annalisa Lusso y Joaquín Fernández todavía no ha deshojado la margarita. “Las restricciones nos hacen pasar de un aforo de 111 personas a 50 y eso nos impide tener unas Navidades rentables”, explica Fernández, añorando la fiesta de Nochevieja del año pasado en el que colgó el cartel de completo. Pero claro, de todas sus mesas solo dos eran de cuatro comensales. “Entre la limitación de los grupos y que a la una tienen que irse me da que la gente optará por quedar en casa”, indica con gran pesimismo.

Con varios trabajadores en ERTE, la pareja trata de “aliviar la herida” con la venta de comida a domicilio, pero con unos gastos mensuales de unos 18.000 euros ven peligrar una actividad empresarial que iniciaron hace diez años. “Aunque mejore la situación la gente tiene miedo a contagiarse y así parece inviable recuperar la facturación, más con los excesivos recortes de aforo”, añade Fernández.

El hostelero plantado delante del Parlamento: “Así no podemos subsistir”

Para Titi Sánchez, hostelero sierense con cuarenta años de tradición heredada de su padre y ahora muy conocido por acumular días plantado delante del Parlamento Regional para protestar, las condiciones de reapertura del sector son una ruina. Dice que así “una empresa no puede subsistir” y ve que su protesta frente a la junta “va para largo”. “Dicen que van a abrir la hostelería, ¿pero en qué condiciones? Dos metros entre silla y silla, así queda en un 30% máximo, sin barra y priorizando las terrazas lloviendo. Una empresa no subsiste así”, resume. A su juicio, la mejor opción sería “hibernar ocho meses”, esperando a que todo se solucione y, mientras, que “nos paguen todos los gastos”. Por contra, lo anunciado ayer por el presidente, Adrián Barbón, solo supone ahondar un poco más en la tumba del sector: “La solución que te dan es que pidas un crédito ICO. Eso es meterse en una tela de araña. Deberían devolver lo que cobraron estos meses de su sueldo y pedirlo ellos, a ver si les parece”, concluye el hostelero.

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