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Nino y el lobo, un cuento que tiene pendiente el final

“El PSOE debería proteger más a las personas que a los animales”, opina el director de Ganadería que ha dimitido por la protección del lobo, una contestada medida que está en los tribunales

Nino y el lobo, un cuento que tiene pendiente el final

Nino y el lobo, un cuento que tiene pendiente el final VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Julián Rus

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Nino y el lobo, un cuento que tiene pendiente el final Mariola Riera

Bien podría ser esto un cuento, el de Nino y el lobo, con evocador título gracias a sus dos protagonistas. Pero no es estrictamente un cuento, porque es una historia real, ni tiene de momento final feliz como suele ser habitual en los cuentos. Porque Nino ha perdido frente al lobo, la bestia ha ganado al hombre en esta historia. Ojo, hay que insistir: de momento.

Ahora el final ya no depende ni de Nino ni mucho menos del lobo, ajeno a todo y a todos, desconocedor del monumental problema que se ha generado porque los humanos, más bien una parte de ellos, esos que antaño le persiguieron sin piedad, quieren ahora proteger su vida incluso a costa de la de otros animales que son, además, la forma de la que se ganan la vida otros hombres. Complicada historia, o no tanto.

Su resolución está en manos de la justicia, que decidirá como su nombre indica si es justo o no proteger al lobo y evitar su caza, realizada esta tradicionalmente para mantenerlo a raya y controlar su población. Hay división: dicen unos que esta es cada vez más numerosa y, por tanto, una amenaza constante para vacas, ovejas y cabras que se alimentan en los pastos en libertad y son víctimas constantes de sus ataques; dicen otros que es el lobo ibérico una especie en peligro de extinción y por tanto se debe proteger, o sea no, cazarlo.

Mientras la justicia resuelve, en la historia de Nino y el lobo hay un perdedor, el primero, que no es otro que Saturnino Rodríguez, Director general de Ganadería de Asturias hasta el pasado 30 de septiembre cuando el “Boletín Oficial del Principado” (BOPA) publicó su cese.

Es fácil legislar desde un despacho; ya no están en Madrid, sino en otro planeta

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La dimisión de este ganadero que este 12 de octubre cumple 49 años, nacido en Trasmonte (Cangas del Narcea) y al frente del sector desde 2019 –lo fichó el Consejero Alejandro Calvo, con quien comparte concejo natal, amistad y una visión común del campo–, no es sorprendente si se atiende a lo que dijo tiempo atrás: que de aprobarse la protección del lobo, dejaría el cargo. Pero sí lo es en un escenario político como el actual en el que nadie dimite ni es muy habitual encontrar dirigentes que cumplan lo que dicen y que obren en consecuencia.

Será porque Nino Rodríguez lo tenía claro desde el principio, tanto como cuando con 12 años ya se puso a pegar carteles del PSOE y del entonces candidato Pedro de Silva (que llegaría a ser presidente regional) por su pueblo.

El ganadero estaba decidido a dejar el despacho si el partido al que dedicó parte de su vida decidía incluir el lobo ibérico en el Listado de Especies Protegidas. Así fue: el Ministerio de Transición Ecológica que dirige Teresa Ribera aprobó una norma que afecta a las comunidades al norte del Duero, entre las que figura Asturias, además de Galicia, Castilla y León y Cantabria. Las cuatro han recurrido a los tribunales.Y Nino ha dimitido.

Primeras palabras públicas

Liberado oficialmente de su responsabilidad como Director de Ganadería desde hace diez días, habla ahora por primera vez en público. Recibe a LA NUEVA ESPAÑA en un domingo otoñal en el que la niebla cubre la zona – “una pena, de estar despejado, que lo estará en breve, se vería todo el Sueve”, apunta su padre Saturnino, minero retirado– y cuesta entrar en calor. Es bien temprano, pero en la ganadería familiar de Huexes (Parres) hay actividad desde hace tres horas, cuando Nino se levantó para ayudar a un vecino a ensilar el maíz en unas fincas cercanas.

No me fui por hacer presión, ni mucho menos; estoy disgustado y desilusionado con mi partido

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Poco tiempo tiene para pensar en el revuelo político generado con su salida, porque aunque en su casa estén contentos por el peso que se ha quitado de encima y sus compañeros de profesión y vecinos se sientan orgullosos y aplaudan su honestidad, él no puede ocultar cierta tristeza y desazón. “Estoy tranquilo. En la dirección estuve también muy tranquilo, muy a gusto con todo el equipo y haciendo cosas buenas por el sector”, explica. “Pero ahora estoy mucho mejor así. Vuelvo a hacer lo que me gusta y es otro ritmo de vida. Lo dije en su día y cumplí. No me fui por hacer presión, ni mucho menos. Ni siquiera la gestión del lobo era cosa mía, sino de otra dirección. Simplemente estoy desilusionado y disgustado con un partido al que pertenezco desde crío. Desilusión muy grande porque el PSOE debería proteger más a las personas que a los animales, y no es así”, explica.

Insiste Nino una y otra vez: “El lobo no necesita más protección de la que tiene. En Asturias, con el plan que había, el lobo creció. Lo que habría que hacer es mejorar la gestión, y que otras comunidades nos siguieran”.

–Muchos pensarán que irse de la Dirección de Ganadería es lo más cómodo. Quizás más útil sería seguir en el despacho, donde hay más oportunidades para tratar de cambiar las cosas.

–Sí, quizás. Pero el Consejero seguirá peleando, y también el Presidente (Adrián Barbón). Yo hice lo que pude, conversé y mandé correos a Hugo Morán y a Jorge Marquínez (secretario de Estado de Medio Ambiente y director general de Biodiversidad, respectivamente). No me hacían caso y como no comparto la decisión, me fui. Insisto, ha sido una cuestión personal.

–¿Esperaba más dimisiones?

–Aquí no debe dimitir nadie más, en Asturias todos pensamos igual. Ahora bien, si los tribunales dan la razón a las comunidades, sí creo que los responsables deben irse, tanto Morán como el director, por hacer las cosas mal, por no atender a la gente.

Habla Nino Rodríguez en medio de uno de los pastos que rodean la ganadería y su casa, junto a un puñado de las 75 vacas (de todas sabe el nombre) de las razas asturiana de los valles y de montaña de la explotación familiar. Fue fundada por sus abuelos maternos en Trasmonte en 1940 y en 1981 su padre decidió trasladarse al Oriente en busca de pastos unidos y no desperdigados como es habitual en el Suroccidente.

Nino Rodríguez, en Huexes. Julián Rus

Defiende que la ganadería tiene futuro –no en vano, a garantizarlo se ha dedicado en los dos últimos años en el Principado– y anima a dedicarse a ella a quien le guste. “¡Cómo no lo va a tener, si no, qué comemos! ¿Plástico? Pero es ilógico que cuando la gente demanda más producto natural, sano, de ganado criado en libertad, en extensivo, no se haga nada por cuidarlo, sino todo lo contrario. Así solo iremos a macrogranjas blindadas, en las que no entrará el lobo a atacar, pero en las que las vacas ya no pastarán en libertad ni de forma natural”, advierte.

Eso sí, tiene claro Nino que para que su profesión tenga futuro se necesitan gestores que conozcan lo que tienen entre manos. “Yo he invitado a Morán y a otros a venir a la ganadería unos días... Es fácil legislar desde un despacho. Aunque yo ya no digo que están Madrid, sino que parece que legislan desde otro planeta. Se sufre mucho aquí”.

–¿Volvería al despacho de revertirse la situación y si se lo piden?

–No lo sé, ni lo pensé... Pero mucho tendrían que cambiar las cosas en el partido. Es que se han hecho las cosas muy mal, se ha polarizado mucho la situación. Vamos a ver, aquí nadie quiere acabar con el lobo ni que se extinga. Es que lo que han decidido no ha dejado contento a nadie. Ni a los ecologistas siquiera, que ven inútil proteger una especie que no lo necesita.

El tiempo apremia y el ganadero tiene, aunque es domingo, bastante trabajo por delante. Poco más hay que decir que no se haya dicho. Es una historia de sobra conocida.

Lo de Nino y el lobo puede efectivamente que sea un cuento, pero de nunca acabar, como muchos temen en el campo asturiano. Su final está por ver.

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