El pasado día 8 se publicó en este medio un artículo en referencia a la margen derecha de la ría de Avilés hablando de «la transformación de la orilla olvidada del estuario». Yo me pregunto: la orilla derecha de la ría es la gran olvidada ¿para quién?

En la primera mitad del siglo XX la gente no se olvidaba de «la otra orilla», ya que las playas de San Balandrán y El Arañón eran playas populosas, con una lancha que cruzaba muchas veces al día la ría. También era una zona de marisqueo a la que acudía mucha gente, incluso con carros, que volvían llenos de almejas y «virigüetos».

Los ornitólogos y naturalistas tampoco se olvidaban de la margen derecha. Ya en 1913 el doctor Graíño publicó un trabajo con las observaciones de aves en la ría de Avilés. En enero de 1985 se inauguró la caseta-observatorio en la charca de Zeluán. El seguimiento de las aves de la ría desde hace unos 30 años arroja datos objetivos e irrefutables de la importancia ambiental del estuario; además, varias publicaciones muestran multitud de referencias a los interesantes avistamientos en la ría de Avilés durante gran parte del siglo XX.

En la ría se practicó la natación, el waterpolo, el piragüismo? y desde hace unos años (con las aguas un poco más limpias) se recupera la actividad deportiva con la escuela de vela y con las pruebas de traineras.

Está claro que la margen derecha no estuvo nunca del todo olvidada, pero cada uno se acuerda a su manera. Parece que cada vez que nuestros políticos se acuerdan de la margen derecha es para llenarla de hormigón, para invadir la ría, y no para darle uso.

En la primera década del siglo XX llegó la primera «invasión» en la margen derecha, con los permisos para la desecación de las marismas de Maqua. Ya en la década de los años cuarenta, sobre las marismas de Laviana se ubicó Endasa. En los cincuenta la orilla derecha sufrió un enorme proceso de desecación para acoger la «Fabricona». Con el Parque Empresarial Principado de Asturias, con el Niemeyer y con la Isla de la Innovación se abren nuevas vías de progreso sobre esos espacios. También se desecaron las marismas del Estrellín para convertirlas en vertedero industrial.

Y ahora llega una nueva invasión: dos fases de ampliación de muelles en la margen derecha. Y hay quien habla incluso de una tercera fase aún más ambiciosa. Somos muchos los que dudamos de la necesidad de dichas obras. Algunos incluso niegan su oportunidad.

Somos muchas las personas que pedimos que se cambie el enfoque. Tanto las marismas de Recastrón como la ensenada de Llodero podrían ser lugares muy adecuados para incidir más aun en la vía de desarrollo cultural y de actividad científica, facilitando la investigación, la educación ambiental y el turismo ornitológico y ecológico. No serían necesarias grandes inversiones ni sería preciso seguir con la invasión del estuario. Se trataría de darle un uso más acorde a su condición; se trataría de cuidar y utilizar lo que hay, no de cambiarlo completamente.