Desde que empezó la crisis las noticias sobre la ocupación hotelera en las épocas vacacionales no son muy alentadoras, pocas veces se habla de lleno completo, y gran parte de la población ha recortado en gastos: menos días, más cerca, menos lujos. No hace falta mucho, sin embargo, para hacer de sus vacaciones una experiencia diferente. Para lograrlo puede seguir las propuestas que Joël Henry elaboró hace varios años para una de las célebres guías de viajes Lonely Planet. Eso sí, para hacerlo hay que ser atrevido y aficionado a innovar, porque lo que Henry sugiere para darle emoción y originalidad a los viajes son alternativas de aventura, pero nada que ver con deportes extremos. Se trata de turismo de vanguardia, experimental hasta rozar lo surrealista. ¿Se imagina a su pareja y a usted viajando a una ciudad por separado y dedicando el tiempo de vacaciones a reencontrarse por casualidad? Las propuestas de Henry están fundamentadas en reglas de juego y en lo arbitrario. Este modo de jugar con el azar y de trazar itinerarios recuerda en cierto modo a la narrativa del novelista Paul Auster o al arte vanguardista de principios del siglo XX. Pruebe a jugarse el destino de vacaciones a los dados, a trazar una línea recta en un mapa y visitar los destinos de la ruta marcada o a practicar el «dodecaturismo», donde todo gira en torno al número 12: coger un tren que salga a las 12:12 y bajarse en la parada número 12, alojarse en habitaciones con ese número o viajar con solamente 12 dólares en el bolsillo.

El autor de esta guía es el promotor de lo que él mismo ha denominado Laboratorio de Turismo Experimental (Latourtex), y que consiste simplemente en recoger todas las ideas que se ajusten a su idea del turismo alternativo. El propio Henry ha probado de todo, hasta visitar una ciudad con una venda en los ojos y un buen lazarillo, disfrutando al máximo de sonidos, olores y sabores.

Incluso para los más perezosos propone alternativas que simulan viajar sin salir de casa, solo tiene que elegir destino, hacerse con una guía de la ciudad, un periódico local, una novela de un autor del lugar, recetas de comida típica y rodearse de todos estos elementos autóctonos empapándose bien de su cultura sin salir del salón. También la literatura (aunque esto ya lo sabemos) permite viajar a cualquier lugar del mundo, así que para hacer turismo literario Joël Henry propone hacer una vuelta al mundo leyendo libros de autores nativos de cada país de nuestro itinerario. Pero si no le importa perder amistades, le sugiero que pruebe a hacer de paparazzi persiguiendo a escondidas a sus amigos hasta su destino de vacaciones. Hágales un reportaje como si de celebridades del mundo del corazón se tratarse, y cuando vuelvan, muéstreles el documento gráfico obtenido con su teleobjetivo. Ésta y otras sugerencias de Latourtex son capaces de transformar unas apacibles vacaciones en deporte de alto riesgo.