A. P. GIÓN

Theo Colborn, Dianne Dumanoski y Pete Myers alertaron ya en la década de los setenta, tras décadas de investigación, de que las sustancias químicas que suplantan a las hormonas naturales están detrás de defectos congénitos, anomalías sexuales y fallos de reproducción. Desde hace unos años, profesionales de la unidad de Epidemiología Molecular del Instituto Universitario de Oncología de la Universidad de Oviedo y del Hospital San Agustín investigan cómo afecta la contaminación medioambiental en el desarrollo de los niños. En este programa participa Adonina Tardón, profesora titular de Medicina Preventiva de la Universidad de Oviedo y secretaria científica del Instituto de Oncología que esta tarde disertará en el club de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés (20.00 horas, sala de conferencias de la Casa Municipal de Cultura) sobre «Contaminación atmosférica y salud».

El proyecto nació en 2004 cuando los profesionales iniciaron una cohorte -grupo de población que se sigue de por vida- con quinientas mujeres embarazadas del área sanitaria, con un alto nivel de industrialización. El trabajo se enmarcó en la red Inma (Infancia y Medio Ambiente) que financia el Instituto de Salud Carlos III.

Inma está basado en tres bases principales. En primer lugar, la exposición a contaminantes ambientales por aire, agua y alimentación es universal. Los niños son especialmente vulnerables a sus efectos, pues no son simples pequeños adultos. Están en proceso de crecimiento, y su sistema inmunológico y mecanismos de desintoxicación no están completamente desarrollados. Por esta razón, los niños son más vulnerables a exposiciones ambientales que los adultos. La dieta es otro factor de contaminación y lo que se conoce como la susceptibilidad individual de ciertos productos químicos constituyen los otros dos pilares de este plan.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que la contaminación atmosférica constituye un riesgo medioambiental para la salud y se estima que causa alrededor de dos millones de muertes prematuras al año en todo el mundo. La organización calcula que la contaminación del aire de interiores causa aproximadamente dos millones de muertes prematuras, la mayoría en los países en desarrollo. Casi la mitad de esas muertes se deben a neumonías en menores de cinco años. La OMS estima que la contaminación atmosférica urbana causa en todo en mundo 1,3 millones de muertes al año.