La empresa Asturiana de Zinc realizó a mediados de marzo una serie de análisis al ácido sulfúrico que produce de forma secundaria en sus instalaciones de San Juan de Nieva y detectó presencia de mercurio en rangos más altos de los acostumbrados,. El dato hizo saltar las alarmas por dos razones: por el peligro de no venderlo y por la larga sombra que se cierne sobre las instalaciones de Azsa desde principios del pasado mes de diciembre, cuando medio centenar de trabajadores de la empresa Ingeniería Montajes del Norte (Imsa) resultó envenenado al inhalar el metal pesado en el intercambiador número 4 de tostación.

Se da la circunstancia de que un desajuste en el proceso de producción semejante al detectado en marzo lo sufrió la compañía a comienzos del pasado año, coincidiendo con un incendio en unos electrofiltros. Es decir, el año pasado se realizaron análisis al ácido sulfúrico y se detectó presencia de mercurio contaminante en rangos que hicieron saltar las alarmas (no se podía poner a la venta). Esto provocó la instalación de un nuevo método de decantación del metal pesado, pero unos meses después, en diciembre, se produjo el accidente que envenenó a los trabajadores que estaban realizando el cambio de los tubos del intercambiador número 4 de la planta de tostación. Ahora, según ha sabido este periódico, se vuelve a repetir la situación, aunque es cierto que los rangos detectados en marzo son más bajos que en 2012.

El mercurio está presente en el proceso de producción de Asturiana de Zinc desde la fase de la materia prima, es decir, la blenda que luego se transforma en cinc contiene mercurio. En el informe del Instituto Asturiano de Prevención se reconoce lo siguiente: «Esas pequeñas cantidades de mercurio incluidas en los concentrados se convierten en vapor durante la tostación. Una parte de ese mercurio reacciona con otros elementos, formando sales inorgánicas, y el resto permanece con mercurio elemental». ¿Este mercurio tenía que estar en el intercambiador del siniestro? Los investigadores focalizaron su trabajo en la posibilidad de que hubiese existido un problema en las torres de mercurio, «situadas inmediatamente antes de los intercambiadores». ¿Para qué sirven estas torres? «Precisamente, (para) la eliminación de los gases provenientes de la tostación». O sea, no tenía que haber mercurio en el intercambiador porque ese mercurio tenía que haber sido detenido, precisamente, en las torres de mercurio. De ahí las obras encargadas a los trabajadores de Imsa. ¿El mercurio detectado en marzo explica la presencia de este en los análisis de los trabajadores de Azsa? La respuesta a esa pregunta es la que inquieta ahora la plantilla de la empresa.