El cañón de Avilés es un destino tan misterioso como atrayente para el gran público y en especial un imán para los amantes de la ornitología, que cada otoño navegan por sus aguas con el objetivo de avistar aves en su vuelo migratorio postnupcial. El cañón de Avilés, de acuerdo a diferentes investigaciones, ha sido propuesto como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). El sábado, pese a la lluvia y al estado agitado del mar, un grupo de ornitólogos, biólogos y amigos de la naturaleza se embarcó en una travesía de siete horas a bordo del catamarán "Gran Bahía II", un barco de lujo con cuatro camarotes acondicionados. A su regreso a puerto ninguno de los participantes ocultaba su satisfacción por la aventura vivida.

El grupo salió del puerto deportivo de Avilés alrededor de las nueve de la mañana. Pronto pudieron observar ejemplares de pardela balear y sombría y también alcatraces que no dudaron en hacer piruetas alrededor de la embarcación, en la que el equipo liderado por Xuan Fernández, miembro de Mavea, la coordinadora ornitológica impulsora de la iniciativa, llevaba varios kilos de peces para atraer a las aves. Y no solo a las aves. El grupo tuvo también la oportunidad de disfrutar del acompañamiento de delfines mulares, comunes y listados. "Vimos también gaviotas cabecinegras, gaviotas tridáctilas, gaviotas con anillas...", explicó Fernández, que cada vez realiza más salidas al cañón de Avilés con grupos de viajeros que quieren conocer los secretos de la gran sima abisal.

El cañón de Avilés no sólo es la guarida del legendario kraken (calamar gigante), sino que su situación fronteriza entre las aguas cantábricas y las atlánticas le confiere unas características únicas que multiplican la biodiversidad y le hacen ser merecedor de incorporarse a la lista de los espacios submarinos protegidos, tal y como reclaman los investigadores. Además, se trata del tercero más importante del mundo en cercanía a la costa. A ocho millas mar adentro, esta sima alcanza profundidades de 4.000 metros, una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que la mayor depresión del mundo, la Fosa de las Marianas (en el Océano Pacífico) tiene 11.000 metros. Y el botín que atesora apenas se empieza a revelar tras años de campañas oceanográficas.

"Hace veinte años, un grupo de aficionados a la ornitología empezamos a hacer estas excursiones para avistar aves marinas y cetáceos en un yate, pero había muchos mareos. Cambiamos a un catamarán y la cosa mejoró considerablemente. Ahora hay muchas excursiones por el cañón de Avilés en las que participan, sobre todo, turistas de toda Europa", puntualizó Xuan Fernández. "Lo que hay que dejar claro desde el primer momento es que esto no es un zoológico y que no hay dos días iguales. Un día se pueden ver pardela balear y otro día no, por poner un ejemplo", incidió Fernández.

Las personas que participan en estas excursiones -la que se celebró el sábado y se repetirá el próximo domingo, día 13, tuvo un coste de noventa euros por persona- saben bien a lo que van a alta mar. Por eso el sábado nada les echó atrás, ni la lluvia ni el descenso de temperaturas ni las olas de dos metros. "En mi caso me apunté a hacer esta ruta para salir a la mar y vivir la experiencia. Sé muy poco de aves pero siempre se aprende algo y fue muy chulo navegar cerca de los delfines", manifestó Nacho Castro, de Avilés. Gilberto Sánchez, biólogo de Valdepares (El Franco) y aficionado a la ornitología disfrutó de lo lindo durante la excursión. "Vimos págalos grandes, págalos parásitos, gaviotas tridáctilas...", enumeró. Ángel Jardón, de Gijón, puntuó también con nota la salida.

Ángeles Pastor, avilesina, destacó la luz que les acompañó durante toda la travesía. "La mar parecía que estaba cubierta por escamas de pescado", explicó. Nacho Nogal, de Pola de Lena, y Roberto Menéndez, de Avilés, regresaron entre tanto a sus casas con un sinfín de fotografías realizadas durante la travesía.

El cañón de Avilés, entre tanto, sigue atrayendo a aves, delfines y también a viajeros convertidos en lobos de mar. Los científicos han hallado en este enclave más de 20 especies desconocidas, como adelantó el pasado enero este diario. La fosa marina es un "ecosistema irrepetible" con 1.380 variedades animales catalogadas, como corales, esponjas y tiburones de profundidad. El profundo valle marino oculta también una importante cantidad de mamíferos, como el delfín mular, las marsopas, la tonina, el delfín común y el listado, el calderón común, los zifios y el cachalote pigmeo. También los grandes cetáceos tienen cabida, como el rorcual común e incluso los cachalotes. Esas son las principales credenciales de un cañón que ya goza de protección europea.