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Los plumeros, una invasión de acero

La eliminación de esta planta, que puede llegar a pesar 500 kilos, cuesta entre dos y tres euros por metro cuadrado, sumando la gestión del desecho y la replantación

Plumeros en la localidad gozoniega de Zeluán. RICARDO SOLÍS

La elegante estampa de los plumeros -"Cortaderia selloana"- esconde una poderosa estructura que hace a estas plantas muy resistentes y difíciles de erradicar. Son, en cifras, auténticos colosos de acero, ya que un ejemplar grande puede llegar a pesar más de 500 kilos. Además de los elementos que se perciben a simple vista, bajo la tierra se esconde un entramado de raíces que puede avanzar varios metros a la redonda. La expansión de esta especie invasora, que es oriunda de América del Sur, se ha convertido en un problema medioambiental por la amenaza que supone para la biodiversidad y también para los intereses económicos y turísticos de las zonas afectadas. Y la comarca avilesina está metida de lleno en el debate del quién y del cómo. Del quién ha de asumir la responsabilidad y del cómo afrontar un problema que, traducido en números, oscila entre los dos y los tres euros de coste el metro cuadrado.

Con el debate político sobre la mesa, los datos técnicos aportan luz sobre las dimensiones del problema. Alfonso Fernández, de una empresa especializada, conoce de cerca a esta invasora, ya que tuvo que lidiar con ella. Y, por eso, sabe que un único ejemplar puede alcanzar los 500 o 600 kilos de peso: "En Santander, en un camión de obra, donde pueden caber 10 metros cúbicos de tierra, transportábamos 10 o 15 plantas, no cabían más. Y el peso era de 600 kilos de media". Cierto es, explica Fernández, que además del peso de la macolla (el conjunto de raíces y tallos de la planta) siempre lleva algo de tierra y piedra que contribuyen a elevar los kilos.

"El problema de esta especie es que no sólo hay que quitar los plumeros. Luego hay que plantar o sembrar lo que sea para que no vuelvan a entrar. Y hacer eso es más caro que el tratamiento herbicida", afirma este experto. En su opinión, el uso de químicos es un mal inevitable si se pretende combatir esta planta. "Estamos hablando siempre del mal menor. El químico es un problema medioambiental sobre todo en grandes dosis y cuando no lo aplican profesionales. Pero es como un fármaco, que al final también es algo peligroso pero en determinadas situaciones y con la dosis adecuada lo necesitamos", afirma. En algunos municipios está incluso prohibido el uso del glifosato (el químico más empleado para esta tarea), pero Alfonso Fernández sostiene que no hay muchas alternativas y que además es lo más eficiente. Otros métodos manuales o mecánicos tienen muchas dificultades y sólo sirven en casos concretos, como ejemplares jóvenes.

El precio de la erradicación oscila mucho en función del lugar concreto donde estén los ejemplares. Sin embargo, y para tener una perspectiva básica, Alfonso Fernández explica que el tratamiento químico puede costar unos 20 céntimos por metro cuadrado. Es lo más barato de todo el proceso. Y no basta, eso sí, quitar la planta y ya. Es aconsejable volver y revisar, para evitar que resurja.

Una vez que el plumero está muerto continúan los gastos: es necesario eliminar el residuo, normalmente llevándolo a un vertedero o a Cogersa. Y ahí los costes varían mucho en función de la distancia, de la accesibilidad... Los expertos ponen un precio estimativo de entre uno y dos euros por planta. "Depende del sitio y las condiciones". Por último, medio euro por metro cuadrado para volver a generar una cubierta vegetal que ahuyente a los plumeros. "El problema que tenemos aquí es que son muchos metros cuadrados", reconoció Fernández. El trabajo de erradicación no se puede hacer en cualquier momento: el verano es época prohibida, ya que es cuando los plumeros están dispersando la grana y mover entonces las plantas vendría a facilitar esa colonización de los suelos.

La empresa de Fernández tuvo, hace años, bastantes trabajos de erradicación de plumeros: "Ahora mismo menos, está todo el mundo dándole vueltas, dándose cuenta de que es un problema grande". Alfonso Fernández añade: "En general los plumeros están siendo mayor problema en las zonas amplias de obra, que son zonas públicas. También hay en zonas de grandes empresas, de Azsa... pero, en general, la planta entra donde ha habido una obra y muchas veces son obras públicas". La actuación "depende de decisiones políticas". "Lo lógico es que se empiecen a poner las pilas. Es un problema que se ve y que se está disparando. Cuantas más plantas hay, más presión hay, y más semillas en el ambiente", remata.

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