La fiesta de Comadres no tiene edad, participan mujeres jóvenes y las hay hasta que nacieron en los años veinte. Todas ellas llenaron ayer buena parte de los restaurantes de la comarca. Ludi Fernández Mariño tiene 93 años y desprende alegría. A su lado, está su amiga María del Carmen González, "Maruja de La Grandiella", con 92 primaveras a cuestas. La primera afirma ser una fiel de Comadres desde hace seis décadas por lo menos. "Antes las mujeres nos reuníamos en casa y más tarde al Centro asturiano", señala Fernández Mariño, a punto de echarse a la boca una cucharada de callos.

Natural de Sabugo y criada en El Carbayedo, disfruta como la que más de la compañía de más mujeres y recuerda que "en aquel tiempo -por Comadres- comía teresicas y tortillas de chorizo y más". Ayer no iba disfrazaba pero tiene currículum carnavalero. "Me disfracé de gitana, de holandesa, de payaso,...", relata Fernández Mariño, a punto de brindar con vino tinto.

Maruja de La Grandiella se sumó al comadreo hace pocos años. "Debo llevar tres, no me gustaba, bueno, antes no dejaban. Lo que pasa es que ahora estoy libre y salgo más", comenta entre risas antes de probar los callos, una de los platos típicos del Antroxu.

En otro local, las amas de casa disfrutaban a lo grande. "Somos 61", contabilizó la presidenta Aurora González. Las miembros del club de lectura fueron ataviadas con pañuelos africanos en sus cabezas. Y las mujeres de UCIN y las del PSOE se sumaron a las Comadres en La Ferrería y La Fruta al tiempo que las de Podemos e IU tenían otra merienda en Rivero. Más entrada la noche, "Les Rudes" pusieron la nota más musical, bailaron a ritmo de muñeira y de "perreo" en una jornada en la que da igual tener veinte años que noventa.