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Avilés conserva 300 irreductibles cazadores de pokémons

Los aficionados a este juego que arrasó en el verano de 2016 defienden sus bondades: socializa y te obliga a hacer ejercicio

Francisco Pérez, Javier Iglesias, Carolina Palacios y Nerea Ordóñez, durante una quedada en el parque del Muelle de Avilés para cazar pokémons. MARÍA FUENTES

La caza de pokémons pervive en Avilés casi tres años después de desatarse este fenómeno social sin precedentes. Pese a la brutal caída de aficionados que registró este juego interactivo -los expertos en videojuegos estiman que seis meses después de su lanzamiento se dieron de baja de la aplicación el 96 por ciento de los usuarios-, Avilés cuenta con más de trescientos usuarios activos del juego que revolucionó el verano de 2016 y que enganchó a niños, padres, madres y también a algún que otro abuelo.

"Antes jugaba, lo dejé y hace poco volví", señala el joven Uriel González mientras atiende su teléfono móvil en el parque del Muelle. Su objetivo era encontrar un "swinub", un tipo de pokémon que, según quien lo describa, es "bueno cuando evoluciona" y "uno de los mejores en batallas de hielo y tierra", si bien "a la mayoría de la gente no le gusta".

Sonia Nuño y José Hernández son pareja y cazan juntos. Afirman que "el juego cada vez va a más", eso sí, admiten que "va por rachas". Antes era más habitual ver a jóvenes y no tan jóvenes buscando personajes de este juego por doquier; ahora suele haber quedadas, una vez al mes, para, por ejemplo, intentar cazar el mayor número de "swinub" posible como ocurrió el pasado sábado en el parque del Muelle. Ese día lo llaman "el día de la comunidad".

Los jugadores disfrutan con la caza de pokémons y aprovechan las jornadas de sol para no solo divertirse, sino también escapar de la vida sedentaria. Los hay que han cazado en mil y un lugares, utilizan la aplicación para hacer turismo. Como Javier Iglesias, que se hizo con numerosos personajes en sus viajes a Dunbar (Escocia), diversas localidades en Francia, además de Oviedo, Gijón y, por supuesto, Avilés.

"En dos años hice 2.000 kilómetros caminando", señala Iglesias, acompañado por Francisco Pérez, que es diabético y gracias al juego se obligó a salir de casa y ha caminado 3.200 kilómetros; lo sabe porque así lo indica la aplicación del juego. "Te vale para adelgazar", bromea Ezequiel Losa, pegado a su teléfono móvil en busca de más y más pokémons para su colección.

Carolina Palacios y Nerea Ordóñez son también irreductibles jugadoras. Defienden que el juego les ha servido en este tiempo para conocer gente. "El juego te obliga a salir de casa... y socializas", insisten. Ambas relatan que en Avilés hay unas trescientas personas que juegan al Pokémon Go. Funcionan varios grupos de Whatsapp y Telegram y hay incluso otro de aficionados "que hacen trampas, son los que no salen de casa". Según el grupo de cazadores avilesinos de pokémons reunidos por LA NUEVA ESPAÑA, Asturias cuenta con cerca de un millar de personas aficionadas a esta aplicación.

La serie de dibujos animados en la que está basada el juego ensalza los valores de la amistad y la comunidad, que son curiosamente los motivos que mueven a los jugadores actuales a seguir cazando y a salir a la calle con la disculpa del entretenimiento, pero también con la idea de conocer más personas. Eso sí, cuando un pokémon aparece en la pantalla del móvil, todo se para ya que el objetivo primordial es "darle caza".

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