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Una madre avilesina tardó 8 días en lograr que un pediatra tratara una dolencia de su hija

La mujer, adscrita al centro de salud de Sabugo, llegó a telefonear sin éxito 40 veces en la misma jornada al consultorio para pedir atención médica

El centro de salud de Sabugo. MARA VILLAMUZA

Una madre avilesina ha demostrado tener más paciencia que el santo Job al haber soportado estoicamente una espera de ocho días para que su pediatra de cabecera emitiera un diagnóstico -aunque fuera telefónico dadas las especiales circunstancias sanitarias que vive el país- y recetara un medicamento adecuado para curar la dolencia de su hija, que cuenta tres años. Finalmente, lo que la niña tenía -tal y como sospechaba la madre desde un primer momento- era un infección de orina que ya es historia gracias a la toma de antibióticos. Es lo único feliz de esta increíble historia: que la menor se ha curado satisfactoriamente.

La alarma sanitaria saltó en casa de Laura (nombre ficticio de la madre protagonista de esta epopeya sanitaria) el pasado martes día 11. La "peque" de la familia, de tres años, refería dolores y escozor al orinar... Todo apuntaba a una infección de las vías urinarias; la pediatra debía intervenir. La madre contactó ese mismo día con su centro de salud de referencia, el de Sabugo, habló por teléfono con la facultativa y ésta le mandó llevar una muestra de orina al centro de salud para analizarla. Así hizo Laura, recibiendo instrucciones de que la llamarían de nuevo el viernes para conocer el resultado del cultivo y, en caso de infección, la pauta para tratarla.

"La evolución de la niña fue a peor y el viernes no me llamaron. Pasó el fin se semana y el lunes (ya era el día 17 de este mes) empecé a telefonear al centro de salud a primera hora para recibir información y ver qué tenía que hacer", relata la mujer. Hasta 40 llamadas realizó ese día Laura, pero sin éxito. Llegó la hora de cierre del centro de salud y nadie respondió. La mujer, prudente y obediente de las normas en vigor, se privó de ir en persona al centro de salud, algo que está desaconsejado por la autoridad.

"Volví a la carga el martes (día 18) y, finalmente, ese día sí me cogieron el teléfono. Pregunté por las pruebas de mi hija y me dijeron que la pediatra había quedado de vacaciones el viernes anterior, que volvía el 1 de septiembre", cuenta la madre, que a esas alturas y con su hija dolorida ya había agotado la paciencia. O sea que pidió una solución inmediata y, efectivamente, se la dieron. Los servicios administrativos del centro de salud le pusieron en contacto con otro pediatra, que, diligente, revisó el caso abierto por su compañera. Este profesional confirmó que el cultivo había detectado una infección bacteriana en la orina de la niña, recetó el pertinente antibiótico y luego solo hubo que ir a la farmacia y comprar el medicamento.

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