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Crítica / Arte

Indignados estéticos

La Universidad de Salamanca publicó en el año 2001 el libro, convertido en referencia del arte político, hoy difícil de encontrar, "Modos de hacer. Arte crítico, esfera pública y acción directa", una compilación de textos claves para abrir el debate en torno al arte público y la búsqueda de nuevas coordenadas para la acción. Pero en la década de los treinta Bataille entendía el materialismo dialéctico como "una subversión completa de los valores, al dar a la materia el papel que tenía el pensamiento". Este instinto dialéctico, este volver a olfatear el materialismo para alejarnos de este hedor al que nos llevo el capital, unido a la necesidad de hacer algo, frente a esta crisis generalizada e incomprensible, sólo puede tener una respuesta: desplegarnos evitando el pliegue, recuperando las prácticas para la producción y distribución de imágenes políticas.

La tesis de "La sutil decadencia" es heredera de estos discursos, cada vez más presentes en el arte contemporáneo y que el comisario, Jaime Rodríguez, define acuñando el término "potsfiguración neoinformalista, pues contiene y queda abierto a diferentes acepciones. Una forma de expresión artística que se caracteriza por la reflexión ante el inconformismo y la denuncia crítica que nos transporta, con un humor a veces cáustico, del objeto a las grandes conceptos plurales, del espacio privado al público, de lo íntimo a lo inmenso y de lo local a lo general".

La muestra es una amalgama de imágenes que el comisario sabe barajar para conseguir un producto atractivo, con un enorme peso de lo pictórico y sus variaciones finiseculares que reflejan que algo ha cambiado pero nada ha quebrado. Aunque ya no se busca la belleza ni ningún goce estético y más bien la creatividad de estos artistas se encamina hacia una sutil decadencia, a una refinada inteligencia que armoniza las múltiples contradicciones y paradojas en las que esta sumido el arte actual y de las que no pueden escapar, a pesar de abrazar la indignación, con pequeños gestos como el grafiti, dibujos como estrategias frente a la vacuidad y el aburrimiento, transfigurando la historia, interrelacionando con el entorno, viajando hacia una realidad subjetiva, buscando la libertad u observando incómodamente la intimidad.

Sin embargo, el discurso de la necesidad de reajuste artístico, de la importancia del peso testimonial del arte, de los riesgos de la mediatización global, a los que alude Jaime Rodríguez sustentando su tesis, quedan flotando en una exposición que se expande, en su conjunto, sin desgarrar, constreñida en lo estético, llena de contradicciones como la época que nos ha tocado vivir. Los artistas decantes son: Fernanda Álvarez, Breza Cecchini, Mónica Ezquerra, Manuel Griñón, Bernardo Guerra, Patu Inclán, Aditi Lago, Miren Manterola, César Naves, Tamara Norniella, Pablo Pons Heres, Adriana Rodríguez, Sofía Santaclara, Javier Soto, Nacho Suárez y el colectivo uh513, integrado por Alberto Valverde y María Castellanos.

¿Qué futuro tiene el arte en este contexto de supervivencia? Es preciso producir política, resistencia, imágenes, protesta, contenido público, testimonio, memoria, reintroduciendo al artista en la historia, en la realidad, en la comunidad, para recuperar algo de lo mucho que nos han quitado.

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