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Milio Mariño

Talibanes del cinismo

Las mentiras y falsedades sobre el conflicto en Afganistán

Procuro respirar profundo y cuento hasta tres si hace falta, pero no puedo evitar que el cinismo, la hipocresía y la gente falsa me saquen de quicio. Me supera, votaría para que fuera delito y se castigara con años de cárcel. Así que llevo unos días que veo lo de Afganistán y es como si me apuñalaran. Las mentiras y las falsedades se clavan en mí estómago y llegan hasta las tripas. Por más que intento que no me afecte no lo consigo, la herida sangra de indignación cada vez que oigo lo que se dice en la mayoría de las tertulias o leo algunos artículos de opinión.

La verdad es que estoy asombrado ente la cantidad de personajes importantes que se muestran indignados y expresan su pesar por lo que pueda pasar en Afganistán. Me asombra que repitan, a coro, un lamento y dos preguntas: pobrecitas las mujeres y qué va a ser de los derechos humanos y la democracia. Qué va a ser de los afganos y las afganas ahora que los talibanes se han hecho con el poder.

¿Derechos humanos? ¿Derechos de las mujeres? ¿Democracia? Pero qué me están contando; cómo pueden ser tan hipócritas y tan cínicos. Estados Unidos y sus aliados, entre ellos España, llevan veinte años en Afganistán, desde la llamada “Operación Libertad Duradera” en 2001, y hasta hace dos días nadie preguntaba, ni se interesaba, por cómo estaban en ese país. Mandaban los suyos y todo estaba bien. Nadie levantaba la voz, a pesar de que dos tercios de las jóvenes afganas están sin escolarizar, el 80% de las mujeres siguen siendo analfabetas, más de la mitad han sufrido violaciones y violencia machista, incluso en el seno de su familia, y el 75% tienen que afrontar matrimonios forzosos, en muchos casos, antes de cumplir 16 años.

Los datos están registrados bajo el mandato de Estados Unidos. Y, bajo dicho mandato, según Amnistía Internacional, hay que contabilizar más de 150.000 muertos, de los cuales 60.000 serían militares y policías y el resto víctimas civiles. Por su parte, Save the Children informa que más de 26.000 niños han muerto o han quedado mutilados en este período.

¿De qué se alarman entonces los que expresan su pesar en público? ¿Acaso estas cifras son asumibles y temen que los talibanes puedan empeorarlas? No sé, lo mismo temen que puedan gobernar como sus vecinos y correligionarios de Arabia Saudita, un país con el que Estados Unidos y España se llevan de maravilla a pesar de que es una dictadura que no respeta los derechos humanos.

La victoria de los talibanes es una mala noticia para los afganos y para el resto del mundo, pero en los últimos veinte años, los americanos y sus aliados no han hecho nada por restaurar la libertad y la democracia y menos aún por dignificar el papel de las mujeres. En Afganistán han hecho lo mismo que, en su día, hicieron con los vietnamitas, los libios y los iraquíes: forrar los bolsillos de los contratistas, apadrinar gobiernos de títeres corruptos y hacer que prosperaran los traficantes de armas y los carteles de la droga.

Pobrecitas las mujeres, dicen ahora, en un ejercicio de hipocresía y cinismo, los que en nombre de la libertad y la democracia exigen a los talibanes que no hagan lo que hicieron quienes gobernaron durante los últimos 20 años. Ojalá que les hagan caso.

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