Graciela Valle, presidenta de la Denominación de Origen del Queso de Gamonéu, sabe que el gamonéu está viviendo un momento dulce. Florecen nuevas queserías en el valle y la demanda está en alza, en parte impulsada por el aluvión turístico que la pandemia trajo a Asturias. Valle está satisfecha, pero no ve el futuro del todo claro. Se pregunta qué futuro tiene el sector ganadero en general: “Nos están pintando como los malos de la película”

Graciela Valle Fernández, 38 años, preside la Denominación de Origen del Gamonéu. Lleva el quesu en la sangre. Su madre, Covadonga Fernández, es la única quesera de la vega de Gumartini, cerca de los lagos de Covadonga, donde hay otros tres productores. Hace gamonéu del puertu. Las hijas –también la hermana de Graciela– se hicieron queseras, pero ya en el valle. Ella, en Peruyes.

“El día que nosotros desaparezcamos no sé qué va a pasar”

“Es un trabajo de vocación, muy duro. Ti tien que gustar mucho. Si no tienes vocación y pasión por lo que ti gusta, abandonas. Tien desventajes y ventajes. Estamos aquí de lunes a lunes, pero a la hija la criamos aquí con nosotros, desde que nos levantábamos hasta que nos acostábamos. La traíamos cuando era pequeñina en el carricoche p’alante y p’atrás. En la cuadra con les vaques, cuando-y daba el sueño, pues encima de un sacu de piensu dormía. Nosotros la criamos así y nosotros la pudimos disfrutar así. Ahora, que tien 15 años y va al instituto y ya la ves menos... También aquí trabayes pa ti. No tenemos a nadie detrás que nos esté machacando. Y eso da mucha libertad también. Nosotros el quesu lo vivimos desde pequeños, era una tradición familiar. Hubo una época ahí que queríamos coger otru rumbu. Estudiamos. La mi hermana estudió peluquería y estuvo trabajando de peluquera. Yo estudié gestión y administración. En su momento, con 16 años, veía que con aquello del quesu no teníamos tiempu pa nada. Tou era estar trabajando. Me decía: yo tengo que coger otru rumbu. Con 17 años lu conocí a él, Javier, mi marido, y con 20 ya me casé y vinimos pa aquí, a Peruyes. El seguía trabajando en la construcción y yo estuve en la Consejería haciendo práctiques de administrativo, pero luego no encontraba un trabaju. Por el veranu muchu trabaju en hostelería y tolo que quisieras, pero después llegaba el inviernu y nada. La idea fue de él. ¿Y si hacemos esto?, me dijo. Y nos embarcamos. El primer quesu que hicimos fue en marzo de 2008.

Desde la quesería de Graciela, en Peruyes, se ven los Picos a la derecha, blancos y nevados. A la izquierda, un cachín de mar. Dice Javier, el marido, que en las noches del verano puedes ver las luces alineadas de los barcos al bonito frentre a Ribadesella.

Graciela Valle, en su quesería de Peruyes, con uno de los moldes con los que prepara quesu de Gamonéu. Julián Rus

–Yo no quería hacer quesu por no volver a repetir la vida de mi madre. Es lo que diz la hija nuestra, Zaira, que ella esta vida no la quier, que va a estudiar. Siempre-y digo: era lo que yo decía cuando tenía la edad tuya y mira dónde estoy. Y ella diz: no te ilusiones. A nosotros nos decíen: ¿por qué no sigues con la tradición de tu madre y haces el gamonéu en el puertu? Eso sí que no lo quería. Eso sí que no. En el valle me quedo; en el puertu, no. Muches veces eché de menos el estar de continuo con una madre. Muches veces mi faltó. No la tenía. No tenía con quién hablar si tenías un problema. Antes se iban al puertu mediados de mayo y bajaban a últimos de octubre, dependiendo de cómo viniera el invierno. Eso no lo quería para la hija mía.

Empieza a anochecer y la mancha de los Picos, a la espalda de Graciela, parece un fantasma que flota en esta hora indeterminada. Graciela renegó del puertu, pero no marchó, siguió atada al quesu.

“Trabajamos de lunes a lunes, pero trabajamos pa nosotros, y eso da libertad”

–Hay quesu en el valle muy buenu, como en el puertu. Y lo habrá malu, como en el puertu. La diferencia que puede tener, la más significativa, son los pastos. Porque los pastos en altura no son los mismos que en el valle. Pero no hay una diferencia abismal, no. Hay muches queseríes en el valle que hacen la mezcla de tres leches y la diferencia es mínima. El gamonéu no se conocía y en estos últimos años se trabajó muchísimo en hacer publicidad. Era un quesu que estaba en esta zona y no salía de aquí. Ahora fuimos creciendo y somos más queseríes. Somos 20. Hacemos 107.000 kilos, según los últimos datos. Ahora ya podemos decir que se puede salir, darse a conocer. Ya se puede decir: vamos a salir de Asturias. También nos ayudó la pandemia. Lo que al principio para nosotros fue un golpe muy fuerte, tou cerró, ahora llevamos dos veranos buenísimos. Estos dos últimos veranos fueron desbordantes. Además, ya no estamos hablando solamente del verano. Era lo que pretendíamos. Nosotros queremos hacer un quesu pa poder estar vendiéndolu durante tou el añu y eso se está consiguiendo.

Anochece en Peruyes. Sobre el futuro del campo lleva años anocheciendo.

Graciela Valle Julián Rus

–Hoy en día pienso que el quesu es lo más rentable que tenemos en el campu. El que se dedica a ordeñar leche y vender a fábrica está prácticamente perdiendo dinero. Pero tengo la esperanza de que les coses cambien y de que la carne y la leche vuelvan a recuperar. Si no, la ganadería se va a terminar. Nosotros no necesitamos subvenciones. Nosotros producimos, y si los precios son justos, con lo que hacemos es suficiente para vivir. Lo que necesitamos es que hagan un control poblacional de los lobos y que haya una limpieza en los montes. Nadie está pidiendo que ellos hagan la limpieza: que nos dejen hacer quemas. Ahora subes a los Lagos y todo son matorrales porque la ganadería, la cabra y la oveja, cada vez hay menos, y esos eran los que estaban tou el día comiendo. Muches coses deberíen cambiar. Creo que nos están vendiendo como los malos de la película. Yo lo veo y lo veo que hasta en la educación de los chavales se está vendiendo eso, y no lo veo correcto. Nos están vendiendo como los malos cuando no lo somos. No se están dando cuenta de lo que estamos haciendo. No se están dando cuenta de que en la ciudad sin nosotros no comen. El día que nosotros desaparezcamos no sé lo que irá a pasar. Y esto será más pronto que tarde, ¿eh? Porque la gente del campu se está cansando. Na más que hay que ver las manifestaciones. Nunca se hicieron manifestaciones. Al final, en el campu faltaba un poquitín de unión, cada uno íbamos por un lau. Y ahora se está demostrando en les manifestaciones que está habiendo que hay muchísima gente. Pero es que hay gente desesperada. Nosotros tenemos amigos que ya no saben si seguir con la ganadería cuando llevan desde pequeños en ello y es de vocación. Y es triste decir con cuarenta y picu años: “Me tengo que ir de aquí”, cuando es lo que ti gusta. ¿Y adónde vas ahora?