Mieres del Camino,

José Luis SALINAS

Hunosa quiere aprovechar la energía geotérmica de sus explotaciones, es decir, el calor del subsuelo, para dotar de electricidad a los nuevos equipamientos del campus de Barredo. Las intenciones de la compañía hullera, que según ha podido saber este diario está trabajando este proyecto en colaboración con la Universidad de Oviedo y el Instituto Geológico y Minero de España (IGME), son las de aprovechar al máximo los recursos hídricos de las minas. La empresa ha detectado ya un buen número de pozos en los que se registran altas temperaturas. Los expertos afirman que el agua aflora incluso por encima de los treinta grados. La iniciativa se enmarca dentro de un marco de investigación que ha puesto en marcha la hullera con el objetivo de crear una nueva línea de actividad industrial.

Los expertos destacaron ayer, durante el congreso internacional sobre patrimonio minero que se celebra en el recinto universitario, las grandes posibilidades de que el proyecto llegue a buen puerto. Los primeros estudios realizados por Hunosa advierten ya que las minas que registran altas temperaturas en el agua son Barredo, Samuño y Candín. Además, Hunosa ha detectado que cuando profundiza en estos pozos la temperatura aumenta rápidamente.

El director del departamento de Explotación y Prospección Minera de la Universidad de Oviedo, Jorge Loredo, que abrió ayer el ciclo de charlas del evento señaló que «el agua de las minas tiene un gran potencial para que ser aprovechada energéticamente, y sería una solución ante las elevadas subidas que están presentando los precios de los combustibles». Durante su charla el experto analizó los nuevos aprovechamientos que las hulleras están dando a los pozos y escombreras tras sus cierres. Loredo explicó que desde la década de los ochenta las compañías carboníferas están obligadas a hacer una previsión de a qué se van a dedicar los terrenos cuando se clausure la explotación. El geólogo señaló que antes de que existiera esta legislación explotaciones como la antigua escombrera de El Terronal, cerrada en la década de los setenta y que estaba ubicada en el barrio mierense de La Peña, estaban contaminando los arroyos colindantes.