Desde mi Mieres del Camino

Avelino Tudela: de profesión, maletero

Un popular personaje que se ganó el cariño de los mierenses

Tanto ha cambiado la vida de los currantes de este mundo en cosa de cuarenta o cincuenta años?. La influencia de las nuevas tecnologías, ¿ha sido tan determinante para que, en cosa de un abrir y cerrar de ojos hayan desaparecido por completo los sistemas vitales y tradicionales de los humanos?. Hablemos de lo nuestro y veamos el panorama que ofrece, "desde mi Mieres del Camino", la estampa de lo cercano durante las últimas décadas. Y en los pequeños detalles -que a lo mejor no son tan pequeños- basaremos la tesis a desarrollar.

No es posible, a estas alturas, encontrarse, en un día de labor, a un carrillo tirado por la motriz humana y llevando mercancía, por las calles de esta santa casa. Si acaso, como algo excepcional, cabe que aún aparezca la imagen de un pintor de brocha gorda que usa ese medio para el traslado de sus bártulos de faena. Pero lo que se dice, portando paquetería o similares, pues no, salvo en las cercanías de la plaza del Mercau. Y sin embargo no mucho más allá de cuarenta años Mieres tenía representación de maleteros y sobre todo un profesional del ramo con todas las de la ley que, por sus características personales y la acción que desarrollaba, llegó a convertirse en un personaje con bandera popular y en cierto modo excepcional: Avelino Tudela, el maletero.

Claro que, para llegar a un tanto así de éxito en la investigación periodística sobre la personalidad de nuestro hombre, no es posible contar con muchas fuentes de información, dada la fuerte dosis de discreción y sencillez que rodearon, en todo momento, su figura. Hasta la residencia de personas mayores donde finalizó su tramo vital resulta ser un hándicap más para el intento, amparándose, como es lógico, en la normativa vigente de confidencialidad.

Un erudito de la historia local, vinculado fuertemente al quehacer comercial, colectivo, de defensa de los intereses comunes y amigo de Avelino, nos abre una puerta para conocer detalles. Mario Martinez, titular que fue del comercio de tejidos y sastrería La Casa de Todos, fundador y muchos años presidente de la Unión de Comerciantes del Caudal, impulsor de la Feria del Comercio y la Industria de Mieres y aún otros frentes que sería largo enumerar, es el portavoz para un elemental conocimiento sobre los pormenores del último maletero en las estaciones de Renfe y Vasco Asturiana de esta plaza.

Lo que se dice saber, es probablemente de total desconocimiento la procedencia geográfica de nacimiento y origen de nuestro protagonista. Da la impresión de que fue puesto ahí de la noche a la mañana, para jugar un papel importante y pintoresco a la vez. Al menos, según Mario Martinez, se le desconocían parientes y su punto de estancia se ubicaba en el Hotel Iberia de La Pasera, cuando en Mieres solo había otros dos establecimientos de tal característica, a saber, Fonda Victoria y Casa Pachín. Pero la estela de Avelino el maletero iba dejando señales inequívocas de su prestancia, habilidad, responsabilidad y sentido del deber, por la senda de un Mieres atado aún a las viejas tradiciones. Porque, para más inri, nuestro personaje de hoy ni sabía leer ni escribir. Y a fe de las manifestaciones de quién nos sirve de guía, "nunca se equivocaba a la hora de recoger paquetes y entregarlos a su destinatario". "Tenía -asegura Mario- una habilidad especial que en ocasiones llegaba a pequeñísimas maniobras en el talón de recogida, como una doble, una muesca o algo similar, que identificaba al destinatario". Pero sobre todo Avelino Tudela (único apellido que se le conocía), era todo un buenazo y como tal ejercía. Dos anécdotas, de distinta índole, sostienen esta creencia,

En cierta ocasión dos viajantes catalanes de tejidos llegaron a Mieres con la misión de ampliar mercado y se encontraron de frente con Avelino quién les transportaba la mercancía -es decir, el muestrario- y prometía buscarles alojamiento para varios días. Como en la villa del Caudal se estaban celebrando unas importantes jornadas sectoriales, en los referidos establecimientos de hospedaje no quedaba ni una sola plaza. Mal asunto. Pero Avelino era hombre resolutivo y estaba a disposición de soluciones, quiero decir, tenía recursos para salir airoso en la misión que asumía. Con la mejor de las voluntades llevó a los visitantes hasta la casa de "solaz sexual de Doña Cloti, en las inmediaciones de la estación del Norte, donde con toda su inocencia solicitaron una sola habitación para dormir los dos. Con una buena dosis de extrañeza la "doña" accedió y al día siguiente, sobre las once de la mañana, al toque de "chicas al salón", los dos pardillos huéspedes se encontraron con el pastel, adornado a base de una buena dosis de adjetivos y calificativos, al más puro nivel barriobajero, sobre su inclinación sexual por haber dormido juntos en la misma habitación. Nada dijeron, aunque se supo, y Avelino, desconocedor de ello, se sintió satisfecho por el servicio prestado.

Alternante con la clientela del Bar Casa Valerio, a espaldas de la más antigua estación del Norte, un día, don Herminio, popular párroco de Seana, le encargó subir hasta la iglesia, con toda la cuesta por delante, un paquete parecido a un ataúd, cuya longitud debería rozar los dos metros. Fiel a su obligación y con el gran esfuerzo del kilómetro y medio de un desnivel, hacia arriba, de más del quince por ciento, el popular maletero llegó hasta el templo católico con la lengua afuera y las fuerzas al límite. A la hora de abrir el paquetito y presente Avelino, se encontró con que era la imagen de un venerable en olor de santidad. Su exclamación llevaba toda una carga de filosofía y resignación: "Acabo de subir un santo a los altares".

El último maletero de Mieres merecía un reconocimiento. Y así fue que, la Unión de Comerciantes, por iniciativa de Mario Martínez, su presidente, rodeado de toda la corte de actividad mercantil de Mieres, decidió rendirle un homenaje popular en el teatro Capitol, como premio al buen hacer y para cubrir su inmediato futuro, puesto que no había por el medio pensión de autónomos ni nada que se le pareciese. En el acto, con lleno a rabiar, prestaron su colaboración desinteresada, en un festival musical y de variedades de altos vuelos entre otros Víctor Manuel (por indicación de su recordado padre Jesús), Vicente Díaz, Diamantina, Orfeón de Mieres, Ochote la Unión y un largo etcétera. Con todo lo recaudado y previa pequeña trampa para huir del acoso de los impuestos dado el carácter benéfico que el representante de la Sociedad de Autores supo valorar, Avelino Tudela se fue para la Residencia de Ancianos Canuto Hevia de Pola de Lena, donde discurrieron, con tranquilidad, sosiego y bienestar, sus últimos años.

Compartir el artículo

stats