Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

El Ayuntamiento de Carreño ha precintado el mirador de los cañones de San Antonio al advertir nuevos riesgos de argayo en toda la ladera del monte que da al puerto de Candás. Asimismo, se han retirado del lugar los cañones del siglo XVIII que presidían el emplazamiento defensivo, que volverán a ser colocados, aunque no en el mismo lugar. Los cañones, con más de 200 años de antigüedad, reposan sobre el prado de Gervasia, en las inmediaciones de la atalaya. Las intenciones del Ayuntamiento pasan por reconducir la senda costera de la que forma parte el balcón y alejarla de la ladera del monte. Estos trabajos comenzarán a partir de hoy mismo.

La cercanía del mirador con la ladera del monte, totalmente perpendicular con la explanada del muelle, ha llevado a los dirigentes municipales a precintar la zona. En las últimas fechas se han producido importantes desprendimientos que han dejado las barandillas del balcón al borde del precipicio, lo que ha motivado que finalmente «se hayan tomado medidas preventivas para garantizar la seguridad de los viandantes», según explicó la concejala de Urbanismo, Melania Álvarez. En el mes de febrero se produjo el más importante de los argayos en la zona, como consecuencia de un temporal.

Según indicó Álvarez, a partir de hoy se producirá una modificación del trazado de la senda costera a su paso por el monte de San Antonio, en la parte correspondiente al bastión defensivo. La modificación del trazado afectará igualmente a la parte de la senda que se encuentra en las inmediaciones de la capilla de San Antonio, en la que también existen riesgos de nuevos argayos.

De igual forma, el gobierno comunicó que el Ayuntamiento ha recibido ya una subvención de la Consejería de Cultura para la restauración de los dos cañones que forman parte del mirador. Con la ayuda se pretende eliminar la capa de óxido que en algunas partes cubre las piezas, darles una nueva capa de pintura y colocarlas en unos nuevos soportes sobre los que resalten más.

Los cañones de San Antonio forman parte de una batería defensiva costera que originalmente tuvo su emplazamiento en el puerto de Candás en 1739. Posteriormente, en 1770, se ubicaron en la punta del cabo de San Antonio, lugar en el que permanecieron durante la Guerra de la Independencia, teniendo un papel protagonista en dicha contienda, por la intensa presencia francesa en la villa candasina.

El Ayuntamiento optó por colocar los cañones en un emplazamiento muy cercano al que tuvieron durante la guerra contra Napoleón, y creó una atalaya en torno a ellos en el alto de San Antonio, en una de las principales y más frecuentadas zonas de esparcimiento de la villa. La última restauración de los cañones tuvo lugar en junio de 1998, haciéndolo coincidir con la inauguración de nuevos tramos de la senda costera del Norte.