Candás (Carreño),

Gonzalo BENGOA

«Nada tienen que ver los pregones que pueda escribir sobre cualquier Semana Santa y el de "mí" Semana Santa». Lo dijo ayer la periodista candasina María Teresa Álvarez en el pregón que pronunció en la iglesia parroquial de Candás. La periodista, viuda del conde de Latores, Sabino Fernández Campo, agradeció al párroco de Candás, José Manuel García Rodríguez, y a la Cofradía de la Virgen Dolorosa el haberla invitado a pronunciar el primer pregón de la Semana Santa candasina. «Siempre me he sentido muy orgullosa de nuestra Semana Santa, de sus manifestaciones externas, que jamás dejaron de celebrarse desde los años cincuenta», dijo emocionada. Álvarez recordó que cuando el párroco le sugirió pronunciar el pregón le comentó que «sólo tenía que dejar hablar al corazón». Y eso fue lo que hizo.

El mar siempre estará unido a casi todas sus vivencias, porque «mi pueblo se mira en él», dijo la escritora, quien ya se encargó de iniciar la Semana Santa de Oviedo con otro pregón, y lo hizo con un recuerdo de la Semana candasina «centrado en la imagen de la luna llena que desde la plaza del Cueto veía posada sobre el mar en nuestro recorrido haciendo el vía crucis, en el amanecer del Viernes Santo». La periodista afirmó que estos días «son los más importantes del año litúrgico» y que en la Semana Santa candasina «se abrieron» sus ojos a la fe.

En su pregón María Teresa Álvarez buscó un paralelismo entre la Virgen Dolorosa y las mujeres marineras de Candás. Explicó que las madres candasinas, fuertes, curtidas al aire y al sol y con la esperanza hasta el último momento, «sufrieron con excesiva frecuencia el dolor por la pérdida de sus seres queridos». También aseguró que nunca había reflexionado sobre la Semana Santa candasina como hasta ahora y afirmó: «En nuestras manifestaciones procesionales la Virgen María ocupa un lugar muy destacado». Según sostuvo la periodista, «es probable que esto sea debido a que Candás fue en sus orígenes un pueblo que vivió del mar y para la mar».

Álvarez destacó el silencio respetuoso con el que discurre la procesión de la Soledad por calles de Candás, la de la Virgen del Rosario, en el Sábado Santo, la patrona de la cofradía de pescadores.