Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

Los desprendimientos de tierras en el cabo candasín de San Antonio han vuelto a llamar la atención sobre la seguridad en la zona. Si en marzo de 2009 el mirador de los cañones tuvo que ser precintado por el riesgo de desprendimientos, el peligro se cierne ahora sobre el paseo y la ermita de San Antonio de Padua, en las inmediaciones del faro de Candás. Ayer, después de que varios vecinos alertasen al Ayuntamiento, un equipo de técnicos inspeccionó la zona para estudiar soluciones a los continuos argayos en los acantilados del cabo, que se han intensificado en el último año debido al efecto de los temporales.

El estado de alarma lo provoca, en primer lugar, la cercanía de la zona de paseo del cabo al borde del acantilado, que ayer, después de los últimos desprendimientos, era de menos de medio metro junto a la ermita de San Antonio. En este lugar se han producido argayos que han acabado con una superficie de unos 20 metros cuadrados de terreno. El segundo problema tiene que ver con la propia ermita, pues uno de sus vértices ya dista poco más de un metro de la pendiente costera.

El Ayuntamiento hace un llamamiento a la calma. La concejala de Urbanismo, Melania Álvarez, manifestó ayer que «la seguridad en la zona está garantizada por el momento, incluida la del templo». Sin embargo, también apela al sentido común de los ciudadanos: «hacemos un llamamiento a la prudencia por parte de los vecinos; más que nunca debe respetarse el vallado de la zona y no sobrepasarlo», añadió.

El gobierno local ya ha encargado un estudio del estado en que se encuentra la ladera y, a priori, «no se descarta llevar a cabo alguna actuación en la zona», según explicó Melania Álvarez. Por el momento, la actuación podría limitarse a recolocar el vallado en el camino para proteger a los paseantes del riesgo de caídas. En todo caso, la edil subraya que «los estudios realizados ya permiten transmitir un mensaje de calma porque no se prevé que los desprendimientos vayan a más». Álvarez indicó que la voz de alarma por los argayos fue dada en los últimos días por los propios vecinos.

La preocupación por la peligrosidad de los últimos argayos para los paseantes y para la conservación de la capilla de San Antonio ha cundido también en la Asociación de Vecinos de Candás, que ayer proponía «una inmediata actuación en la zona». Según explicó el presidente del colectivo vecinal, Luis Fernández, «la barandilla de protección se encuentra ya en el límite de seguridad» para quienes se acercan a la zona y urge corregir esa situación.

Los problemas de inestabilidad por los continuos desprendimientos en el cabo de San Antonio afectan ahora a la capilla donde se celebra cada mes de junio la romería del mismo nombre, la primera del verano candasín. Sin embargo, hace diez meses, la zona que pusieron en peligro los argayos fue la del mirador de los cañones, situada a pocos metros de la ermita. El Ayuntamiento de Carreño precintó en marzo de 2010 el mirador de los cañones de San Antonio al advertir el riesgo de argayos en toda la ladera del monte que da al puerto de Candás. Esa circunstancia provocó incluso que se retiraran del lugar los cañones del siglo XVIII que presidían el emplazamiento defensivo y que volvieron a ser colocados semanas después, aunque más retrasados con respecto al acantilado.

La cercanía del mirador a la ladera del monte, totalmente perpendicular con respecto a la explanada del muelle, llevó en aquel momento a los dirigentes municipales a precintar la zona. «Se han tomado medidas preventivas para garantizar la seguridad de los viandantes», explicó entonces la concejala de Urbanismo, Melania Álvarez.

Ahora, el peligro se cierne sobre la ermita del santo protector de amores y noviazgos, patrón de los peregrinos y abogado de las cosas perdidas, San Antonio de Padua, cuya imagen se aloja en la capilla renacentista del cabo, el único ejemplo de este estilo arquitectónico que existe en Candás, construida a comienzos del siglo XVII.