El mural de la salve marinera, de Alfredo Menéndez, debe perdurar en el tiempo, aunque sea el tiempo precisamente su principal enemigo. Un artista, un historiador y un vecino de Candás apuestan por su restauración y su permanencia en plena calle, como el lugar preferente para que continúe siendo visitado por los vecinos, para los que fue creado. La pintura, de diez metros de largo y situada en la plaza de El Paseín de la villa marinera, representa una escena típica de la Pascua candasina, pero se encuentra en peligro de desaparición después de que un estudio revelase que se halla gravemente deteriorado.

«El mural debe permanecer y debe ser mantenido por lo que representa», clama el presidente de la Asociación de Vecinos de Candás, Luis Fernández. Este colectivo ya reclamó en varias ocasiones su restauración. «Hoy hay tecnología suficiente para recuperarlo y es necesario que se haga, puesto que el mural de la salve marinera forma parte de nuestra historia», añade el representante vecinal.

En opinión de Fernández, debe darse prioridad a una obra de este tipo. «Es patrimonio de Candás y encima obra de un artista local como es Alfredo Menéndez», precisa el presidente vecinal, para apostillar que su restauración «es una exigencia, aunque sea por respeto a quien lo hizo». De hecho, considera que sería un dinero bien gastado. «En el Ayuntamiento se tomaron muchas molestias para que se arreglase el toro de Osborne cuando lo dañó un temporal, pero por esta obra que representa nuestra cultura y nuestra historia no veo el mismo entusiasmo», concluye Fernández.

Desde otro punto de vista, el historiador local Armando Rodríguez puntualiza que «dado que tenemos un museo al aire libre, además de figuras escultóricas podrían incluirse murales pictóricos, con una revisión anual por parte del equipo técnico con el que cuenta el Museo Antón de Candás». Explica Rodríguez que este tipo de pinturas «necesita de una revisión periódica y un mantenimiento, de forma reglada, que no dependa de concejalías, sino de especialistas». Considera que de esta forma se evitaría llegar a un punto en el que «las obras se vean en un punto de deterioro casi irreparable».

Otra voz acreditada, la del artistas avilesino Ramón Rodríguez, apunta a la condición «efímera» de la pintura callejera, «algo que debe asumir el artista», pero también reivindica que «murales como el de Alfredo Menéndez nacieron para estar en la calle, al alcance de los vecinos y visitantes». Y claro, en ese sentido, y en la parte negativa, «el artista debe asumir y ser plenamente consciente de que con el paso del tiempo los murales se van a deteriorar». Rodríguez, de hecho, no es partidario del traslado de las obras, puesto que «es posible que el esfuerzo de su traslado sea mayor que el valor del mural, máxime teniendo en cuenta que la calle es su espacio natural».

«Los murales pictóricos nacieron para estar en la calle, ése es su sitio»

Ramón RodríguezArtista

«La pintura de Alfredo Menéndez forma parte del patrimonio y la historia de Candás»

Luis FernándezAsociación de vecinos

«Los murales necesitan una revisión reglada por parte de especialistas»

Armando RodríguezHistoriador