Perlora,

Braulio FERNÁNDEZ

El buen tiempo ha atraído a los bañistas a la ciudad de vacaciones de Perlora, pero también ha hecho aflorar los problemas de seguridad que año tras año se reproducen desde el cierre del complejo turístico, en 2006. Esta misma semana, los vecinos han denunciado la existencia de carreras de coches, quads y motos. Y llaman la atención sobre el grave problema de aparcamiento durante los fines de semana, con vehículos agolpados sobre aceras y zonas verdes, llegando incluso a impedir el paso de las ambulancias.

«No es normal lo que está pasando aquí», explica Juan Manuel García, usuario habitual de las instalaciones perlorinas, tanto de sus playas como de sus zonas verdes. «Es un desmadre absoluto, ayer mismo había quads corriendo a toda velocidad por las calles e incluso había un Audi haciendo derrapes en las rotondas», detalla, preguntándose «cómo es posible que hayamos llegado a esta situación de inseguridad para los que queremos pasar una tarde en Perlora».

El problema no escapa al conocimiento de la asociación de vecinos de la parroquia, que ayer mismo mostraba la misma preocupación. «Las instalaciones están para que la gente las disfrute, pero no puede haber desmadres, y eso no se evita con la única existencia de vigilancia privada», apunta José Félix Caballero, presidente del colectivo vecinal. Y es que la ciudad de vacaciones, propiedad del Principado de Asturias, está custodiada por un servicio de vigilancia privado, que tiene como misión velar por las viviendas y edificios, deshabitados, que, en un número cercano a los tres centenares, salpican el recinto turístico.

«Lo adecuado sería la presencia de las fuerzas del orden, ya que como en todos los lados tiene que haber normas de convivencia que hay que respetar», apunta al respecto Caballero. No obstante, espera que «la situación no vaya a mayores y se ejerza un control inmediato sobre el recinto», ya que, por el momento, «no ha ocurrido nada grave, pero es mejor prevenir, no podemos estar expuestos a que suceda, y puede suceder, y por ese motivo estamos preocupados».

Una vigilancia «continua» por parte de las fuerzas del orden es también lo que reclama Juan Manuel García como única forma de «disuadir a los que infringen las normas, mediante la presencia policial o las sanciones». Pero añade que el problema no tiene que ver sólo con la velocidad de los vehículos por las instalaciones. «El pasado domingo, con el buen tiempo, la residencia recibió cientos de bañistas, y los coches se agolpaban en aceras y zonas verdes, y eso supuso un problema grave porque la ambulancia del 112 tuvo que entrar en dos ocasiones para acercarse a las playas y se vio bloqueada por los coches que había aparcados en la rotonda cerca de la playa de Carranques», relata el vecino.

El problema del incumplimiento de las normas se ha extendido también a otros ámbitos, como resalta el vecino. «Hay gente que lleva a los perros hasta la misma playa, a pesar de que hay señales claras de que eso está prohibido», explica. «No es normal ver a dos perros, como sucedió la tarde del lunes, grandes como castillos, creo, bañándose junto al resto de la gente», añade. Sucedió en la playa de Huelgues y asegura que hubo gente que se tuvo que marchar por miedo a los animales.

El problema de la seguridad en Perlora no es aislado, y otros años el Principado reaccionó intensificando la presencia de la Policía autonómica en la zona. Por el momento, este año los vecinos echan en falta una autoridad que imponga la ley en Perlora.