Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

El director del colegio Celestino Montoto de Pola de Siero, Vicente Montes, nacido en Carbayín, se jubila el próximo 31 de agosto, con 60 años y después de 38 ejerciendo la docencia, los 13 primeros en Carabanzo (Lena) y los últimos 25 en Pola de Siero, el que siempre quiso que fuera su destino. Se considera un afortunado porque comenzó a ejercer la docencia «en una época en la que todavía te llamaban para trabajar». Además, tuvo la suerte de venir a la Pola, «que es muy acogedora; nunca concursé en otro lado».

Cumple 15 años como director, algo que «para los peones de la educación es lo máximo a lo que se puede aspirar». Considera que tuvo mucha suerte con el profesorado, tiene a gala la formación de «un equipo directivo excelente» y añade que también ha disfrutado de gran apoyo por parte de su propia familia. Montes entiende que el orden, el trabajo y el rigor, y la idea de respeto al profesor son fundamentales para la educación. Él pasó por todos los métodos, hasta por los que hoy no recomienda: «me tocó dar algún tortazo, cosa de la que me arrepiento pero de la que no pude escapar». A su juicio, «quizá no había otra opción para alguien que debía dar clase a 40 niños de 5 a 14 años». El único logro de aquel sistema fue conseguir que una persona hiciera el trabajo que ahora hacen seis. «Con unos recursos menores se hizo un despegue educativo importante», manifiesta.

«Ahora hay muchos más medios, unos recursos inmensos, pero estos sólo tienen sentido si son un fin en sí mismo», sostiene. Lo primero es «cultivar la persona y, una vez cultivada, los medios ayudan a potenciarla». En la era de los ordenadores cree que «el lápiz y el papel siguen siendo fundamentales».

Lo que más valora del centro es que la convivencia ha sido «exquisita», con una baja conflictividad y una gran colaboración entre el profesorado. El centro desarrolló en los últimos años un programa para alumnos con altas capacidades. Y, por encima de todo, lo que más ha satisfecho a Montes en su trayectoria ha sido cuando el apoyo a niños con dificultades de cualquier tipo salió bien y tuvo su recompensa. «Que niños por los que crees que no has hecho nada, especialmente algunos conflictivos, te encuentren por la calle y te comuniquen sus buenos recuerdos del colegio es lo mejor que te puede pasar».