Candás, Braulio FERNÁNDEZ

La capilla de San Antonio de Padua de Candás, desmontada el pasado año por riesgo de derrumbamiento a causa de los argayos en el cabo de San Antonio donde se ubica, fue levantada por los mismos canteros que participaron en la construcción del puerto de Candás, a finales del siglo XVI. Así lo revela el informe presentado por el Ayuntamiento de Carreño a la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Principado de Asturias, para solicitar que se subvencione su reconstrucción a cargo del uno por ciento cultural de la ley de Patrimonio Cultural de Asturias.

En la descripción del edificio, y para justificar la necesidad de reconstruirlo, los técnicos municipales se valen de la opinión de los historiadores Juan Carlos Soto Boullosa y Pilar García Cuetos. Ambos atribuyen la erección de esta capilla y la de San Roque, localizada en el cercano monte Fuxa, también en Candás, «a la piedad de los vecinos, que deseaban agradecer a los santos su supervivencia tras las plagas de peste que asolaron Asturias en aquellos años».

En cuanto a las características estilísticas del edificio, Soto Boullosa afirma que «a pesar de su sencillez arquitectónica, el templo constituye un interesante ejemplo del tipo de iglesia popular desarrollado en la etapa renacentista a impulsos del vecindario». Pilar García Cuetos es quien atribuye la construcción de la capilla a los canteros que a finales del siglo XVI participaron en las obras de construcción del puerto de Candás, a las órdenes de Juan de Cerecedo, apodado «el mozo».

Esta historiadora hace especial hincapié en la carencia de ornamentación del edificio. «La austeridad de la capilla, la ausencia de toda concesión a lo accesorio, debe tener relación con el avance de la cronología y la crisis experimentada a finales del siglo XVI», señala.

El Ayuntamiento trata de contar no sólo con dinero, sino también con el mayor número de datos posible para recuperar la ermita. Y es que una de las prescripciones del Principado es precisamente que se edifique tal y como era originalmente, y no como la dejaron las reformas o restauraciones del siglo XX.

Según el archivo municipal, la última y gran reforma sobre el templo de San Antonio de Padua concluyó en junio del año 1993. El Ayuntamiento había comprado con anterioridad el edificio a los propietarios de buena parte de los terrenos del cabo, por aquel entonces, la familia Estrada. Con la intención de poder volver a celebrar las romerías dedicadas al santo en el lugar, se ordenó la reparación del templo, que había quedado seriamente dañado tras su incendio durante la Guerra Civil española, entre los años 36 y 37. Aunque los antiguos propietarios del inmueble habían efectuado algunas reparaciones, las principales corrieron a cargo del Ayuntamiento en los años noventa.

Se procedió a la colocación de una nueva armadura en esa parte, mientras que la nave sobre el altar quedó intacta, a pesar de que ese fue el lugar donde se quemaron varias imágenes de santos. La segunda principal reparación consistió en la sustitución del pavimento, de tierra, con la colocación de un suelo de piedra. Por último, se dejó al descubierto la pared del templo interior.