Candás, Mónica G. SALAS

Desde el brutal accidente que costó la vida hace una semana a tres miembros de una misma familia: Avelino Álvarez, de 75 años; Manuel Avelino Álvarez, de 45, y Ana Álvarez, de 18, en Carreño no se oye hablar de otra cosa que no sea de la carretera que sembró la tragedia en Candás. Los vecinos siguen discutiendo acerca de cuáles han podido ser las causas que han desencadenado tantos accidentes de tráfico en la carretera AS-110, que une la capital de Carreño con Tabaza. Hasta cuatro siniestros han tenido lugar en los últimos años, según declaran los propios vecinos, que los achacan, sobre todo, a los excesos de velocidad.

«Van como animales por esa carretera», asegura el taxista José Alfredo Martínez. «De 100 kilómetros por hora para arriba», añade su compañero Juan José Serrano. Esta en una vía en la que 90 es el máximo de velocidad permitido, según determina el código de circulación. Pero claro, no hay ninguna señalización en prácticamente todo el trayecto y las curvas son tan suaves «que la gente se confía y pisa demasiado el acelerador», argumenta Mauricio Alonso. Son tales los excesos de velocidad que «si circulas a 90 vas haciendo caravana», señala José Alfredo Martínez.

Otro problema añadido son los adelantamientos, permitidos en zonas donde, a juicio de los conductores que frecuentan esta vía, no hay suficiente visibilidad. «Hay curvas en las que parece que se ve bien, pero no es así», asegura Damián Madrid. Esto es debido, entre otras cosas, a la abundancia de vegetación. Precisamente el kilómetro cuatro, donde se produjo el sábado el siniestro, es una de estas zonas en la que los árboles, ubicados en la parte izquierda de la calzada en dirección a Tabaza, dificultan mucho la visibilidad. Aún así, «adelantan igual; apuran mucho», señala Víctor García.

Además, por la vía de Piedeloro circulan muchos tractores, procedentes de las ganaderías que se encuentran en la parroquia. Esto hace que «muchos se desesperen y adelanten en cualquier sitio», razona Francisco Javier Fernández. Por su parte, Adrián Pérez, vecino de El Rendaliego y conductor habitual de tractores, reconoce que tiene miedo ya a salir por esta carretera. «Las velocidades son muy elevadas y los que tenemos tractores no podemos ni salir», expresa. Pero al margen de esto, «hay conductores que van demasiado lentos mientras que otros lo hacen muy rápido», precisa Francisco Javier Fernández. Justamente este cóctel de velocidades es el que hace a esta carretera aún más peligrosa.

Así las cosas, los candasinos exigen que se tome alguna medida en una carretera que, como recuerda Luis Bolado, es frecuentada cada día por centenares de turismos, ya que es la única vía que tienen los candasinos para acceder a Oviedo, a Avilés o a otros tantos destinos. Hay quien lo tiene claro: la solución pasaría por «poner raya continua en toda la carretera», como afirma Víctor García, algo que ratifica Javier Busto. Por su parte, Enrique García opina que «si todos respetásemos las señalizaciones de tráfico no habría ningún problema».

Otros, en cambio, abogan más por el perfeccionamiento del firme, desgastado, según comentan, en muchos tramos de la carretera. «Desde que se hizo el puerto de Luanco, cuando pasaban constantemente camiones cargados de escombros, marchó por completo la capa de rodadura de la vía, que es la que agarra», explica Manuel Arias, profesional de la carretera. «Lo que sujeta es el asfalto y éste prácticamente ha desaparecido, puesto que ya se empiezan a ver las piedras», añade Joaquín Muñiz. De hecho, en Gozón, comentan los conductores, tras las obras del puerto tuvieron que arreglar la avenida del Gallo, debido a los daños causados en la calzada, y sin embargo la carretera de Piedeloro no se reparó en ningún momento. Por esta razón «desde hace dos años es cuando se vienen produciendo un mayor número de accidentes, porque al fin y al cabo locos siempre los hubo en todas las carreteras», explica Joaquín Muñiz.

Prueba del estado en el que se encuentra el firme de la calzada es que cuando llueve es frecuente que los coches sufran «aquaplaning». Muchas veces debido también a la bajada de agua de los caminos y a que la hierba de las cunetas se encuentra a un nivel superior de la calzada al no estar lo suficientemente limpias. De esta forma, «cuando llueve, el agua no cae por la cuneta, sino que queda paralizada en la vía», indica José González. Además, hay tramos de la carretera en los que ya se pueden apreciar baches, como es el caso de la entrada a Coyanca, Perlora, en el carril de la derecha en dirección a Candás. Y como éste muchos otros. «Sólo tienes que ir en coche y oír cómo suena la carretera», declara José González.

La falta de iluminación y de protección son otros de los problemas que presenta esta carretera, según argumentan los conductores. Ya lo decía el domingo pasado la mujer de Miguel Ángel Álvarez, hijo, hermano y tío de los fallecidos: «Si hubiera algún tipo de protección, a lo mejor nada de esto hubiera pasado», ya que el Nissan Primera en el que viajaban sus familiares cayó por un terraplén y luego se estrelló contra un árbol. A ello hay que sumar también las condiciones climatológicas, puesto que se trata de una vía muy dada a la concentración de niebla, sobre todo durante las noches.

Todo ello convierte hoy en día a la AS-110 «en una carretera muy peligrosa», tal y como apunta Javier Busto. Una vía en la que se han producido numerosos accidentes y por la que muchas personas ya circulan con miedo a lo que pueda pasar. A ese loco que circula a más de 120 kilómetros por hora y que de un zarpazo pueda arrebatarles a su familia, o a que en un día de lluvia su coche pierda el control a causa de las condiciones del firme, o a que en un adelantamiento no dé tiempo a volver nunca más al carril de salida...

Aunque el del sábado no es el único siniestro en el que se han cobrado víctimas mortales en esta vía, sí que es el de mayor relevancia. El último incidente en el que se registraron muertos fue en julio de 2010, en el que perdió la vida el avilesino Pablo Pola, de 17 años, hijo de los propietarios del Café de Pola, en Candás. En aquella ocasión, el suceso se produjo en el kilómetro cinco en un choque frontal entre el Opel Corsa en el que viajaban él y una joven y una furgoneta de la Federación Española de Piragüismo.

Lejos de borrar todo lo sucedido, los vecinos de Carreño esperan ahora alguna solución por parte de los gobernantes, que por lo menos evite más desgracias en un concejo destrozado por el asfalto.

«Desde que la carretera está mal se vienen produciendo más accidentes»

<Joaquín Muñiz>

«La solución sería poner línea continua en toda la carretera para evitar los adelantamientos»

<Víctor García>