Candás,

Mónica G. SALAS

El candasín Amador García tenía dos opciones: irse fuera de España en busca de trabajo, a países tan lejanos como Madagascar o Colombia, o bien crear su propio negocio. Tras ser despedido de la empresa para la que trabajaba como soldador homologado y pasar a engrosar una interminable cola del paro, García se decantó por la segunda opción. Decidió emprender, embarcándose en una golosa aventura.

Este candasín de 40 años regenta desde hace seis meses la única tienda de dulces suecos que hay en León, a donde fue a vivir hace ahora 12 años por motivos laborales. Así, García vio en la crisis una oportunidad más que un problema. «A través de internet conocí Pröba-lo, la empresa que ha introducido el mundo de las golosinas suecas en España, y, puesto que las chuches y el chocolate son algo que gusta a todo el mundo, decidí abrir mi propio negocio», explica Amador García, un apasionado también de los dulces. Y ¿por qué suecos y no españoles? Porque, según el candasín, los suecos ofrecen una mayor variedad, con unos 400 tipos de dulces, cuidan más su elaboración y buscan un producto más sano, al ofrecer golosinas sin grasas trans, sin lactosa, sin gluten y con menos azúcar. Por otro lado, hay que tener en cuenta, tal y como destaca el candasín, que Suecia es el país del mundo con mayor consumo de golosinas por habitante al año, con nada más y nada menos que 17 kilogramos, dos veces más que la media de la Comunidad Europea.

Rodeado por todo tipo de gominolas, caramelos, regalices y chocolates, Amador García asegura que hoy en día hay muy poca competencia en este sector, algo que también le incitó a emprender. «En León no hay tiendas de este tipo, con productos innovadores como tartas de gominolas y patatas fritas con sabor a frambuesa o regaliz», puntualiza.

Sus expectativas de cara al futuro de su negocio son buenas. Y, por el momento, ya ha conseguido que muchos de sus vecinos caigan rendidos ante el sabor de los dulces suecos. No obstante, Amador García espera que la situación económica mejore y poder ampliar horizontes. Quizá, en Candás, su pueblo natal, en el que tiene un gran número de clientes. Y es que el nexo entre su tienda de golosinas y la villa marinera es evidente. De hecho, Amador García es el único comerciante que vende en León las auténticas marañuelas de Candás.

La crisis es para muchos un túnel sin salida. Pero Amador García la encontró y, ahora, después de casi medio año de trabajo, puede mirar atrás orgulloso. Anima a los parados a emprender, aunque también tiene claro que con 20 años menos se iría fuera de España a trabajar.