Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

El monte San Sebastián o Fuxa, como es popularmente conocido, se abalanzó el pasado domingo sobre una casa de la calle Astilleros en Candás, cuando sólo unas horas antes 50 metros de senda costera y la conducción del saneamiento quedaban sepultados bajo toneladas de tierra a unos kilómetros más al Sur, en El Tranqueru. No fueron casos aislados, ya que a pocos metros de la casa desalojada en la capital de Carreño sigue cerrado desde hace cuatro meses el único aparcamiento destinado a las playas, también por la caída incesante de grandes rocas desde Fuxa. Los ejemplos son constantes en un problema, la endeblez de los montes que flanquean la villa marinera, que preocupa a los dirigentes municipales, pero que tiene mal arreglo.

Las nuevas incidencias se producen dos años después de que los argayos estuviesen a punto de llevarse al mar el único resto renacentista del concejo, la capilla de San Antonio, que fue desmontada y se encuentra almacenada a la espera de fondos para su reconstrucción. Esto sucedió, a su vez, un año después de que los cañones que recuerdan la lucha candasina contra la invasión francesa del XIX tuvieran que ser retrasados en el mismo Cabo San Antonio porque el suelo bajo sus ruedas estaba desapareciendo.

Entre medias de todo ello, Candás tiene desde 2010 una playa menos, la de Rebolleres. Donde anteriormente había un solárium, arena, duchas y una senda de madera hoy hay toneladas y toneladas de tierra venidas abajo desde las alturas de la rasa candasina. No son, aun así, los únicos casos de lugares amenazados por los caprichos de la tierra: el edificio del Náutico, en el muelle, necesitó de mallas metálicas para evitar que le llovieran pedruscos, y unos metros más allá estuvo a punto de quedar sepultada también hace unos años la caseta de Hidroeléctrica en el puerto. Todo ello en cinco años, por culpa de unos terrenos que tienen casi 400 millones de años de antigüedad.

Se puede decir, en tal caso, que los montes de Candás ceden al tiempo meteorológico, pero no al cronológico. Y es que los últimos temporales invernales están siendo especialmente dañinos con unas formaciones geológicas que, según un estudio realizado hace un par de años por un estudiante de Geología de la Universidad de Oviedo, Abraham Riego Delgado, están compuestas principalmente de arenisca, con trazas de pizarra. Eso las hace especialmente susceptibles a formar grietas y, con el paso de la humedad a su interior, a venirse abajo.

«El tipo de roca, arenisca, común a los dos, no ayuda para nada, al ser bastante porosa y con numerosas superficies de discontinuidad que facilitan los movimientos», señala Riego Delgado en su estudio.

Más aún, en ambos montes puede observarse cómo existen importantes grietas en la tierra, «fracturas que si están completamente secas y cerradas no afectarán tanto como las que estén abiertas y húmedas». El grave problema al que se enfrentan San Antonio y Fuxa es que «las fracturas no sólo están abiertas, sino pobladas de vegetación, lo que indica que hay una humedad notable».

No obstante, hay medidas que pueden retrasar la implacable acción de la naturaleza. Algunas de ellas se pueden comprobar en Candás, como en la parte trasera del Náutico, también el monte San Antonio, que además de una malla metálica presenta clavos transversales para sujetar los tramos más peligrosos.

Incluso el propio monte Fuxa presenta algunas de esas mallas de contención, que, sin embargo, carecen de mantenimiento. «Hay mallas, sí, pero con el paso de los años su estado ha empeorado y ahora no sirven», sostiene Luis Fernández, presidente de la Asociación de Vecinos de Candás. Un colectivo que lleva años denunciando el abandono de los dos montes que jalonan la villa.

«La problemática de Fuxa y de San Antonio se mejoraría enormemente con un estudio serio para la aplicación de medidas de sujeción del terreno, tales como una reducción del ángulo del talud, la construcción de bancales, escalonar el escarpe rocoso y la aplicación generalizada de un saneamiento de las zonas más alteradas», detalla Riego Delgado. Porque soluciones existen, y es «necesario», según los vecinos, llevarlas a cabo «de manera inmediata». Areniscas y pizarras del Devónico Medio, con una edad aproximada de 375 a 385 millones de años, han esperado al tercer milenio para avisar de su agotamiento.

La playa, itinerario alternativo a falta de paseo marítimo

El corte al tráfico de vehículos y peatones del paseo marítimo, a causa de los desprendimientos en el monte Fuxa, no ha impedido que los candasinos y los perlorinos, comunicados a través de ese kilómetro de costa, sigan dando sus paseos junto al mar. Con la bajamar, o casi con cualquier marea que no sea la más alta, los viandantes están optando por bajar a la playa de La Pregona, para llegar a través de ella a la de Palmera (en la imagen). No es una situación que advierta peligro, según los técnicos, por la diferencia de altura con el paseo, informa B. F.