El mirador de la playa de Palmera, la «farola», se encuentra en las últimas. Construido en 1904 como faro (utilidad que perdió en 1917 al levantarse el actual de San Antonio), el viejo mirador de Candás agoniza, a pesar de los intentos de reconstrucción que, en varias etapas, se han llevado a cabo; la última vez, en 2008. Recientemente, el conocido como «templo de los océanos», por reunir en el recipiente de su plataforma superior aguas de los cinco grandes océanos, ha comenzado a caerse a pedazos. Le faltan ya varios de sus escalones, pero su principal mal se llama óxido.

«No es una tarea fácil, pero estamos estudiando cómo recuperar el faro», aseguraba ayer la concejala de Urbanismo del Ayuntamiento de Carreño, Cecilia Tascón, consciente de la importancia simbólica que tiene «la farola» para los candasinos. Y es que ya han pasado casi 110 años desde aquel 1 de diciembre de 1904, cuando su luz, a 230 metros de la bocana del puerto de Candás, se encendió por vez primera, a 19 metros de altura con respecto al nivel medio del mar.

La estructura fue construida en los talleres de Benard y Curenne de París, tal y como cuentan los historiadores locales Armando Rodríguez y Manuel Ramón Rodríguez en su «Historia sobre el puerto de Candás». Tenía una luz blanca de petróleo, con tres aspectos diferentes, indicando el estado del mar: si la entrada era franca, si había que hacerla con precaución o si era peligrosa.

El torrero encargado de encenderlo fue Miguel Asenjo, y lo hizo diariamente desde aquel 1 de diciembre de 1904 hasta el 30 de septiembre de 1917, cuando la instalación quedó obsoleta ante el nuevo y mucho más moderno y equipado faro de San Antonio, en funcionamiento aún hoy, propiedad de la Autoridad Portuaria de Gijón.

«Hemos visitado el faro con la arquitecta de la Mancomunidad del Cabo Peñas para valorar lo que se puede hacer para mantener su integridad», comentó Tascón. A lo largo de las últimas semanas la Asociación de vecinos de Candás dio varios avisos de socorro para salvar un monumento tan emblemático como el «templo de los océanos».

«Se trata de todo un símbolo para los candasinos que necesita una urgente atención a su conservación», clamó ayer el portavoz de la Asociación de Vecinos de Candás, Luis Fernández. Pero no solo se trata de sentimentalismos. «La farola está enferma de óxido y necesita tratamiento, el Ayuntamiento tiene que actuar rápido, ya que a su precario estado hay que sumar un problema de seguridad por el desprendimiento de algunas partes, concretamente varios peldaños de hierro de la escalera de acceso», añade.

La actuación más ambiciosa en el faro, que fue conocido como «faro de los Ángeles», tuvo lugar en 2008, pero finalmente se quedó a medias. El objeto de la obra era dotar a la instalación portuaria de una conservación apropiada, reponiendo los escalones que conducen a lo que era su linterna y devolviendo a «la farola» su aspecto primigenio, lo que incluía devolverle la luz que un día guió la entrada al puerto.