«Venga, vamos a hacer todos la foto de familia al parque de Les Conserveres». Ahí están un año más, sonriendo ante el objetivo de la cámara con su polo azul, el portalón del barrio donde crecieron grabado en el pecho y el pañuelo marinero atado el cuello. Son los «nenos de Santolaya», un grupo de amigos oriundo del viejo barrio pesquero de Candás que lleva ya 19 años reuniéndose el último viernes de septiembre para recordar viejos tiempos, echarse unas risas y, sobre todo, cantar. Porque si hay algo que define a esta peña es precisamente su espíritu jaranero y cantarín. Pero sin olvidarse nunca de aquellos «nenos» que de forma inesperada se bajaron del barco y de esos otros que ahora se suben por primera vez.

Durante unas horas dejan a un lado los problemas, porque como ellos mismos dicen esa noche es «para pasarlo bien». Todos sonríen, se gastan bromas, se abrazan, charlan... Y una vez sentados en la mesa recuperan esa vieja tradición de cantar en los chigres. Una, dos, tres canciones, las que hagan falta, con tal de ir calentando motores y animando el encuentro. La noche es larga y el cancionero típico de Candás da para mucho. «Lo mismo interpretamos "¡Avante patrón!" que "Marinera". Todas las que nos vayan saliendo», dice Tito Aramendi, uno de los organizadores.

Pero el repertorio musical no acaba ahí, sino que los «nenos» vuelven a su barrio, el de Santolaya, para seguir canturreando a los cuatro vientos. «Nos reunimos en la plaza del Cueto y en la zona del nuevo y viejo Ayuntamiento. Por allí estamos toda la noche de juerga y hay gente que se une a nosotros y canta», afirma Aramendi. Por eso, no es de extrañar que incluso vengan desde Francia para acudir expresamente a esta reunión de amigos. La diversión está servida y quien asiste una vez repite. «Vine por primera vez el año pasado y me lo pasé genial. Porque como dice mi tía Isabel, la heladera, Candás ye lo mejor del mundo», expresa, muy contento, Omar Fernández, de la familia Helio Hermanos y residente en París.

Y es que muchos viven en Candás, pero otros tantos residen en Oviedo, Gijón, Avilés o incluso en otros puntos de España y de Europa. Y por ese placer de reencontrarse, al menos, una vez al año nació en 1994 la primera cena, que promovieron los vecinos Luis, de la familia Vixiga; Luis Genaro, de los Capachos; Pepín «El Caturro» y Chelo, el de los Pájaros. Por aquel entonces eran tan solo quince, pero la familia fue creciendo y hoy son unos cincuenta los que se dan cita en el restaurante El Llagarón. Aunque, eso sí, lamentablemente, siempre hay bajas. «Ya no están con nosotros Adolfo, "Fofi" y Joaquín, "Cardoso", a los que recordaremos con gran pesar», dice Aramendi.

Precisamente para compensar esas pérdidas, cada año también se producen nuevas incorporaciones. En esta ocasión, Ricardo Raboso. Mientras que otros tantos se mantiene fieles al encuentro, como Sergio Artime y Pepín «El Caturro», que en la noche de el viernes fueron homenajeados por sus amigos con una placa. «El año que viene les regalaremos una reproducción en cerámica del portalón de Santaolaya», destaca Aramendi. Esa que ayer lucieron, dibujada en sus camisetas, con orgullo, por las calles de Candás.