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Carreño

Candás pone a punto sus defensas

El Ayuntamiento acometerá las obras de rehabilitación de los cañones de San Antonio, instalados en el siglo XVIII para frenar la invasión francesa

Los cañones de San Antonio, ayer. Braulio Fernández

Candás necesita poner a punto sus defensas, es decir dar lustre al puesto defensivo situado desde hace casi tres siglos en el cabo de San Antonio. El Ayuntamiento rehabilitará las cureñas, el armazón sobre el cual se montan los cañones de San Antonio, del siglo XVIII, dado su estado de deterioro actual.

Esta misma semana, tras una inspección del estado de los soportes de madera de las piezas de artillería que guardaban el puerto de Candás, se han puesto en marcha los trámites necesarios para su reparación. El personal municipal se hará cargo de la rehabilitación. Una de las piezas, emplazada en el "Prao de Gervasia", se halla en peor estado que las otras debido a la exposición a la humedad y a otros factores.

No pasará mucho tiempo antes de que las baterías de defensa de Candás, que apuntan a la ría de Aboño, vuelvan a estar a pleno rendimiento. "Teniendo en cuenta la complejidad de los trabajos, esperamos que en un par de semanas pueda estar finalizada la reparación", explica Cecilia Tascón, concejala de Urbanismo del Ayuntamiento de Carreño, cuyo departamento ha encargado la rehabilitación de este emblema militar.

La ubicación de estas armas ha variado a lo largo de sus casi tres siglos de historia, aunque no demasiado. Los cañones de San Antonio forman parte de una batería defensiva costera que originalmente, en 1739, tuvo su emplazamiento en el puerto de Candás. Posteriormente, en 1770, se ubicaron en la punta del cabo de San Antonio, lugar en el que permanecieron durante la Guerra de Independencia, en la cual tuvieron un papel protagonista por la intensa presencia francesa en la villa candasina.

A finales de los años noventa, el Ayuntamiento optó por colocar los cañones en un emplazamiento muy cercano al que tuvieron durante la guerra contra Napoleón y creó una atalaya en torno a ellos en el alto de San Antonio, en una de las principales y más frecuentadas zonas de esparcimiento de la villa.

Se trata de un vestigio histórico que ha suscitado un interés creciente, a diferencia, por ejemplo, de la vecina capilla de San Antonio (actualmente desmontada), lo que ha motivado que sea objeto de varias restauraciones. La penúltima de ellas tuvo lugar en junio de 1998, cuando se cuidó el metal del que están hechas las armas y se cubrió de pintura, y cuando se abordó también la restauración de las cureñas.

Más recientemente, en marzo de 2010, gracias a una subvención de la Consejería de Cultura, se eliminó la capa de óxido que en algunas partes cubría ya los cañones, se les dio una nueva capa de pintura y se colocaron en unos nuevos soportes, cuyo deterioro es lo que ha motivado, ahora, una tercera restauración.

Los cañones han adquirido fama por su papel en la Guerra de la Independencia contra Francia, que tuvo lugar a principios del siglo XIX y en la que el concejo de Carreño jugó un papel importante, no solo por verse, de hecho, invadida por las tropas de Napoleón, sino por su contraataque por medio de la creación del regimiento militar llamado de Candás y Luanco, que fue parte activa en uno de los escenarios más cruentos de aquella contienda, la batalla de Espinosa de los Monteros, en Burgos, donde murieron 360 de los 400 candasinos y luanquinos que acudieron a defender el país de los invasores, que, no obstante, ganaron aquella batalla, llegaron a Madrid, y restituyeron en el trono a José Bonaparte.

Las crónicas de la época de Ramón Álvarez Valdés recuerdan que "los de Candás y Luanco, después de haber sostenido y facilitado el repliegue de las tropas por la montaña, y obligando al enemigo a retroceder, se mantuvieron fuertes en el campo de Espinosa llenando dignamente sus deberes". Fue en noviembre de 1808, unos meses antes de que 4.000 franceses entrasen en Candás, en mayo de 1809, y lanzasen al mar los cañones que hoy son el recuerdo de aquel pasaje.

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