Ayer se cumplió un año desde que el monte Fuxa argayase por penúltima vez sobre el paseo marítimo entre Candás y Perlora, y con más virulencia que otras veces, obligando al cierre del vial y al desalojo de una vivienda situada en la falda del monte. 365 días después, no solo no se ha reabierto la carretera ni se ha conseguido el retorno de la familia desalojada, sino que no hay planes claros para que la situación cambie. Y eso es lo que más enoja al movimiento vecinal en Carreño, muy activo sobre este asunto, y a la oposición política en el Ayuntamiento.

"Un año después todo sigue igual, han sido doce meses de malas prácticas y falsas promesas, sobre todo hacia una familia que sigue en la calle esperando una solución", lamenta el portavoz de la Asociación de Vecinos de Candás, Luis Fernández.

El problema, al entender del colectivo vecinal, que ha llegado a promover varias concentraciones de apoyo a los desalojados y para pedir la reapertura del paseo, es que "el gobierno en general, y la alcaldía en particular, tras un año de pasividad e inacción, busca responsabilidades ajenas eludiendo las propias, engaños, presiones a la familia Vázquez-Prendes, con la falta total de información, de tramitación y contestación a sus peticiones". Por eso, resume, "está claramente perjudicando la resolución del problema de la vivienda y la apertura del paseo marítimo".

En Perlora las cosas son incluso peor, si cabe, puesto que los habitantes de la parroquia, la segunda más poblada de Carreño, han tenido que desviarse hacia la variante entre Gijón y Luanco al ver cortado el paseo. Un año que se ha dejado sentir incluso en algunos negocios. "La gasolinera y los bares de Perlora llevan un año encarando como pueden la bajada en las ventas, ya que Candás es el cliente potencial más importante de Perlora", explica Pablo González, con un negocio en Perán. Al fin y al cabo, dice, "Perlora posiblemente ya se habrá ido a Gijón o a Luanco a comprar".