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Escuela al mínimo y activa en Logrezana

El aula rural resiste con cinco alumnos de 3 a 7 años, uno más de lo exigido para seguir abierta, pese a que en la parroquia hay más niños residentes

La escuela de Logrezana cuenta con cinco alumnos. Uno más de los que exige la Consejería de Educación para mantener abiertos las aulas rurales asturianas. Una vez terminados sus estudios de 4.º de Primaria, los pequeños han de desplazarse a Candás. La tutora del centro es Carmen María García, que explica que los niños que finalizan sus clases en las escuelas de Logrezana suelen finalizar la Primaria en el colegio Poeta Antón de Marirreguera de Candás, aunque la elección del centro depende directamente de los padres.

Ninguno de los alumnos del centro tiene la misma edad. Van desde los tres años de la pequeña Nahla González hasta los siete de Paula Pérez. Entre medias están Lucas González de cuatro años, Rafael González de cinco, y César Valdés. Las clases son conjuntas aunque cada uno tiene su materia en función de su edad y curso. "Hay más niños en la parroquia de Logrezana, sin embargo, sus padres deciden llevarlos a otros centros que pueden ser Candás o otros municipios", expresa la tutora de los cinco de Logrezana.

El número de escolinos refleja además el paulatino despoblamiento rural, que se aprecia también en los otros colegios rurales del municipio, que cuentan con diez niños cada uno en referencia al aula de Guimarán-El Valle y a la de Albandi. En esos centros, la Mancomunidad del cabo Peñas organiza las actividades extraescolares denominadas "Ludomóvil" rural, que presta la asociación Cultural "Súbete". Cuando la monitora Patricia Cosío entra por la puerta del centro, las caras de los pequeños cambian. Saben que durante una hora y media, dejarán de lado las sumas y restas y otras materias para dedicarse de lleno a practicar su destreza con las manualidades. "Les encantan las manualidades y además les viene muy bien", expresa la tutora.

La pena es que en la sesión de ayer Lucas González no pudo asistir, ya que está enfermo en su casa. Sus compañeros sí disfrutaron. La sesión que la monitora tenía preparada para ayer se denomina "Me cuido" y comenzó con un bingo un tanto peculiar, ya que en vez de números contaba con alimentos. "A mí me quedó solo por tapar el croissant", señala Paula Pérez al final de la actividad. Una vez finalizado el bingo, Patricia Cosío puso encima de la mesa una serie de pinturas para que los pequeños pudieran decorar un dibujo a su gusto. "Solemos hacer juegos, gymkhanas,...", indica la monitora.

"Me gusta mucho pintar", expresa Nahla González, la más pequeña de todos, que también destaca que le encanta estar en casa. César y Rafa recuerdan además que antes de finalizar el año confeccionaron un árbol de Navidad. Cada sesión en el aula de Logrezana tiene una duración de hora y media a la semana, como ocurre con el centro de Guimarán-El Valle. En Albandi, sin embargo, son tres horas semanales.

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