Limpio y a la primera, como marca la tradición. Joaquín Alberto González, retiró ayer a la perfección el velo de la Virgen del Rosario en la procesión del Encuentro de Candás. Con una precisión de cirujano, el candasín puso de esta manera el broche de oro a la Semana Santa de la villa marinera y, haciendo caso a la tradición, aseguró de esta forma un buen año de pesca a Candás.

Aunque tardó en llenarse el Paseín, pocos, por no decir ninguno, quisieron perderse la tradición del desvelo. Cuando la Virgen del Rosario, anunciada por la Banda de Música y con la cara oculta bajo un tupido velo negro, llegó al entorno del antiguo ayuntamiento, ya no cabía un alfiler en la plaza.

No tardó en llegar el Santísimo Sacramento, bajo palio y en manos del párroco José Manuel García. Las dos procesiones se encontraron frente a frente. Fue en ese momento en el que la comitiva que llevaba en volandas a la Virgen del Rosario fue acortando distancias al hijo resucitado. Tres reverencias de rigor y, con pura maestría, González retiró el velo de la madre de Dios.

En ese preciso instante, el exconserje consistorial, Agustín Rodríguez, soltó la bandera de España sobre la imagen de la Virgen y la banda de música se arrancó con los primeros compases del himno nacional.

Una atronadora ovación celebró la limpia maniobra de González, que seguía sosteniendo al cielo el velo, al que miraba con alivio. A sus espalda, sin perder detalle de lo que estaba sucediendo y con los nervios a flor de piel, su padre, Joaquín, exhalaba un suspiro de liberación. "Habrá buena mar este año", celebró el pueblo. "Es una tradición muy bonita y emocionante. Es algo del pueblo que se siente mucho", señaló Manuel Álvarez, de raíces carreñenses, quien no se pierde la procesión del Encuentro cada año. "Lo de que haya buena suerte o no para la mar es un mito; pero independientemente de ello, todos estamos deseando que salga bien", celebró entusiasmado el vecino.

Pese a no ser de Candás, Antonio Jaén tampoco se pierde la ceremonia de la retirada del velo desde que descubriese la tradición hace cuatro o cinco años por casualidad. "Es muy emocionante ver a todo un pueblo aquí unido, en silencio y cargado de tensión. Además, se trata de una celebración muy llamativa y peculiar", resaltó el gijonés.