Dicen que "los viejos rockeros nunca mueren". Ayer en Candás quedó claro que las viejas motos y los moteros, tampoco. Decenas de aficionados a las dos ruedas participaron en la concentración de clásicas de la villa marinera; un punto de encuentro entre los amantes del olor más puro a gasolina.

Ayudado por un bastón y por su hijo, Julio Álvarez paseaba ayer entre las motos aparcadas en la concentración. Se le iban los ojos con todas. Las miraba de cerca, de lejos, de lado... Y es que a sus 74 años, a este perlorín, que toda su vida se ha movido sobre dos ruedas, la salud ya no puede disfrutar de salir a la carretera, pero eso sí, advierte, "el que es motero lo es toda la vida. La afición no se pierde".

Testigo como pocos de la evolución que han vivido las motos en las últimas décadas, sonríe cuando se le pregunta por los cambios. "Según cómo se miren han sido para mejor... o no", apunta con picardía este motero que aún conserva siete vehículos.

A pocos metros de él Miguel Álvarez arranca su Guzzi Hispania, un modelo de los más básico que se construía en el mercado nacional allá por los años 60. "Era la moto de los currantes, la que tenía todo el mundo", explica su propietario, un avilesino que cuida con mimo este vehículo, con el que se hizo hace dos años. "Aún quedan bastantes ejemplares como éste en internet", asegura. Bastante más años tiene la Zündapp de Javier García "Guti". Fabricada en 1936 en Alemania, "donde se utilizó para el correo", esta moto lleva matriculada en España desde 1942. "La tengo desde que tenía 14 años y ahora tengo 60. De joven la usaba para dar saltos y andar haciendo el tonto. Ahora es una más de la familia", bromea este avilesino, habitual en la quedada candasina: "Está muy bien. Además el tiempo respetó, por lo que poco más se puede pedir".

También tenía solera la Vespa 150 Sprint con sidecar del luanquín afincado en Candás Javier Fernández. "Es del año 66, como yo. Fue un gran año para las motos y para los paisanos", asegura entre risas sobre su moto, con la que lleva recorriendo la geografía asturiana 25 años. "La vi en un anuncio de una revista y me enamoré", confiesa.

Sin duda, la suya era una de las motos más llamativas de toda la concentración, algo a lo que ya está acostumbrado. "Por lo general, cuando la gente te ve esboza una sonrisa. Alucinan", destaca uno de los muchos moteros que demostraron que las dos ruedas mejoran con los años.