La pita pinta crece en Candás. En todos los sentidos. La séptima exposición avícola y monográfico de la gallina autóctona organizada por la Asociación para la Recuperación de la Pita Pinta Asturiana (ARPA), que se celebró el fin de semana en la antigua fábrica de Ortiz, finalizó ayer con muy buenas cifras de participación: más de 500 animales en total y unos 200 ejemplares de gallina autóctona, "la mayoría de gran calidad", según la organización. El tesón de los criadores y la dureza de los jueces, es la clave de esta mejora en la raza asturiana, según los participantes.

De los seis monográficos que organiza ARPA en Asturias a lo largo del año, el de Candás es el más importante: porque es la más antigua -suma con ésta siete ediciones-, la que más animales concentra y en la que más duros son los jueces.

Y es que según explican los criadores, en Carreño los jueces que valoran la morfología de la raza asturiana se hinchaban a poner ceros. Más allá de los disgustos que haya podido provocar esto en algunos participantes, la altura del listón en estos años ha hecho que el nivel general de la pita pinta sea mucho más alto que hace un lustro.

"Ya no se ven tantos ceros como antes. Ahora hay ejemplares mucho mejores", destaca Emilio Martínez, presidente de ARPA quien, pese a esta tendencia, afirma que resulta "casi imposible" encontrar una pita pinta cien por ciento perfecta. Eso sí, aunque la perfección no existe, ya se roza. El mejor ejemplar de la exposición, una hembra propiedad de ARPA, es casi un diez. "Tiene muy buena cresta, el moteado es bueno, las manchas en las patas y el pico...", explica Martínez, de forma simplificada, sobre las virtudes de la gallina. a la que le faltarían más motas en el plumaje para alcanzar una perfección que los criadores de la especie autóctona, aseguran, no dejarán de buscar.