Bautizada como "El paraíso del obrero", la Ciudad de Vacaciones de Perlora fue uno de los principales atractivos turísticos de Carreño desde su inauguración, en 1954, hasta su cierre, en 2006. Ahora, cuando se cumplen 13 años de la demolición del edificio central del complejo, los vecinos piden que su recuperación no caiga en el olvido: "Sabemos que nunca volverá a ser lo que fue, pero tampoco queremos que se convierta en un cementerio de casas abandonadas".

Paradigma del "turismo social" -término acuñado por el franquismo-, la Ciudad de Vacaciones estaba pensada para ofrecer un lugar de descanso a los trabajadores de mediados del siglo pasado en periodos de 15 días. Gozó de gran éxito, sobre todo en las décadas de los 60 y 70. Por aquel entonces, en cada "turno vacacional" la ciudad en miniatura se llenaba con más de un millar de personas.

"Era un hervidero de gente", recuerda Pepe Caballero, presidente de la asociación de vecinos de Perlora, quien todavía mantiene fresco el recuerdo de los trenes llenos hasta la bandera de turistas primero, y las largas colas que se formaban en el enclave vacacional después, con el "boom" de los Seat 600 y 850: "Venía muchísima gente, se hacían fiestas cada vez que se acababa un turno, había bailes... ¡Menudo ambientazo había entonces!".

Según datos del Principado, el último año que la ciudad vacacional estuvo abierta, por allí pasaron 80.000 visitantes. Ese trasiego se sigue echando en falta 13 años después. "Cuando el complejo estaba abierto, aquí éramos cinco empleados. Ahora, con dos en verano nos apañamos de sobra", resume María Rosa Rodríguez, después de tres décadas tras la barra de el bar El Paseo, primero como empleada y ahora como propietaria.

Pero no sólo en la parroquia de Perlora se echa en falta. También en Candás y en el resto del concejo. "No era sólo el beneficio del visitante para la hostelería. Lo era para todo el comercio. Eran visitantes que venían a una casa y compraban pan, un bote de champú, hilo de coser... de todo. Era un turista que no venía de hotel, se quedaba en una casa", argumenta el hostelero candasín Ángel Repinaldo sobre el complejo, que llegó a tener hasta 200 empleados.

Para el empresario, tener cerrada la Ciudad de Vacaciones "es un crimen". "Todo el concejo podría vivir de su actividad", asegura el hostelero que, incluso, va a más: "Su trascendencia llegaría a Gijón y Avilés. Si esto lo tuvieran en el Mediterráneo o en Canarias no permitirían que estuviese abandonado".

Lo mismo mantiene el vecindario de Perlora, que pide al Principado una solución urgente para el que fuera el paraíso vacacional del obrero asturiano. "Hay que buscar fórmulas para reabrirlo. Sea la que sea. Sabemos que no volverá a ser lo mismo, pero hay que buscar alguna alternativa", propone Caballero.

Lo mismo opina Miguel Alonso, de la asociación cultural perlorina "Los Serondos". "Hay que buscar una salida. Si no es por la vía pública, que sea la privada. Pero que hagan por abrirlo", reitera el vecino.

Más allá del potencial económico de las más de 20 hectáreas que asoman al Cantábrico en Perlora, los vecinos también destacan el valor arquitectónico del complejo. "Sería importante que mantengan la arquitectura actual", enfatiza Caballero, quien pide también el compromiso de elaborar un plan de mantenimiento a la administración regional. "Que lo hagan en varios ejercicios si es necesario, pero que programen obras para que las casas no caigan al suelo", advierte.