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Pravia, escudo de los mayores

Los quince voluntarios de Cáritas se organizan para hacer compras y recados a la población en riesgo que vive sola: "Se agradece mucho, hay gente muy buena"

Ángeles Fernández, de Cáritas, entrega la compra a Amor Rodríguez en su vivienda en Pravia. S. ARIAS

"Tengo a mis hijos en Madrid, estoy sola y que me ayuden con los recados se agradece mucho, hay gente muy buena". Amor Rodríguez Vior es una de las vecinas de Pravia que recibe apoyo y colaboración de los voluntarios de Cáritas de la parroquia, que se han organizado para realizar la compra, adquirir medicinas en la farmacia o hacer trámites para aquellas personas mayores que están solas durante el aislamiento por el coronavirus. Una ayuda que es vital para que la población con mayor riesgo se mantenga a salvo.

Los quince voluntarios, a los que se han sumado integrantes de otros grupos de la parroquia y vecinos, atienden unas ocho viviendas y se van repartiendo los quehaceres. "Lo hacemos con la mejor intención del mundo y es una labor muy necesaria para proteger a los más vulnerables", comenta Ángeles Fernández Rey, una de las voluntarias de Cáritas que es, precisamente, quien atiende a Amor Rodríguez.

La mujer conoció el servicio de Cáritas a través de una vecina "y me puse en jaque", dijo ayer a través del teléfono en el que era su décimo sexto día consecutivo de confinamiento. Consiguió los teléfonos de contacto (660577914 y 646811032) y, casualidades de la vida, respondió Fernández, quien había sido su compañera de trabajo en la residencia de ancianos "El Valle", lo que supuso para ella una alegría y un descanso. Así, le encargó varios recados del supermercado a Fernández. "La llamo por teléfono y le preguntó que cuándo va a salir; entonces ya le digo que me traiga esto o lo otro, viene como un volador", comenta la mujer, de 77 años.

Y para que Fernández no se fastidie la espalda con los pesos, Rodríguez avisa a un joven vecino para que cargue lo más pesado, como la lejía o la leche. Y él acude presto. Y todos los hacen cumpliendo las máximas de seguridad por su protección.

De hecho, el grupo de Cáritas recibió asesoramiento de un enfermero para explicar cómo realizar los recados con seguridad, como el uso de mascarillas y guantes. "Llamas, abren y si no pueden salir a la puerta lo metes dentro pero manteniendo siempre la distancia de seguridad, sin tocar nada, es lo que hay que hacer", señala Fernández.

Y Rodríguez ha tenido mucha suerte con su voluntaria porque ya que se conocen de siempre, le puede encargar gestiones privadas en total confianza. "Confío tanto, tanto, en ella, como una hermana mía, que le di la tarjeta y le pedí que me sacase dinero del banco porque yo tengo miedo a salir, soy mayor, veo mal, me pongo nerviosa y con la mascarilla y los guantes no sé si me arreglaría, y por eso se lo pedí", comenta Rodríguez. "Por la amistad que nos une", remarca Fernández.

Rodríguez hace hoy 17 días en casa, pero tendrá que salir para ir al ambulatorio a realizar el test de la medicación del Sintrom. Y no entiende que le hagan salir de casa dadas las circunstancias: "Tenemos que estar en casa y llamé para ver si vendrían aquí a hacérmelo, pero no, porque solo van a casas de enfermos que están en cama y no es muy justo para el resto, que nos ponemos en peligro", lamenta la mujer.

Por el momento, sí podrá seguir encargando los recados del súper, el pan o el periódico a Fernández, que seguirá al pie del cañón para ayudar a todos los que lo necesiten en Pravia al igual que el resto de sus compañeros.

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