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Autora de un relato sobre un sacerdote fusilado en 1936

Conchita Fernández: “Lo más impactante y difícil fue que la gente nos hablase de su muerte, de su asesinato”

“Manuel estuvo inmerso en la renovación metodológica del catecismo y muy vinculado al padre Manjón, creador de las escuelas del Ave María”

Conchita Fernández García. | P. F.

Conchita Fernández García (Oviedo, 1970) se estrena en el mundo de la literatura con el relato “Manuel Alonso Pintado (1887-1936). Sacerdocio y catequesis en la Asturias contemporánea”. Se trata de una obra que versa sobre la breve vida de quien fue cura de Perlora y, desde esa pequeña parroquia asturiana, trató de impulsar el cambio metodológico en el catecismo. Conchita, familiar de Manuel Alonso, indagó sobre su vida recopilando datos tanto en archivos como de boca de los propios vecinos de Perlora. Entre esa ingente documentación conserva papeles que Manuel llevaba en el bolso de su chaqueta cuando lo fusilaron en agosto de 1936, al inicio de la Guerra Civil española.

–¿Qué le motivó a escribir un relato sobre Manuel Alonso Pintado?

–La motivación fue básicamente personal. Mi abuela Lola (Dolores Rodríguez Alonso) siempre nos hablaba de él y tenía muchísima documentación sobre su vida. Después de su muerte, mi tía guardó los documentos y las fotografías de él. Luego me tocó ponerme a investigar más sobre Manuel, el tío cura.

–¿Cuánto tiempo estuvo investigando sobre el sacerdote de Perlora?

–Unos cinco o seis años. Me sorprendieron muchas cosas porque parte de su historia era para mí algo desconocido. Aparte de ser sacerdote en Perlora era también maestro y estuvo inmerso en la renovación metodológica del catecismo a finales del siglo XIX. Fue a muchas charlas sobre ello y estuvo muy vinculado al padre Manjón de Granada, quien creó las escuelas del Ave María. De aquella se estaba dando un cambio metodológico en el catecismo y Manuel Alonso estuvo implicado en él.

–La obra conjuga biografía con historia. ¿Por qué decidió hacerlo así?

–En principio iba a hacer una biografía sobre la vida de Manuel, pero luego cambié de idea. Hice el libro tipo ensayo porque tenía bastante materia para sacar.

–¿Cómo fue el trabajo de campo a la hora de encontrar información sobre su familiar?

–La parte de entrevistar a la gente fue la más dura. Había que ir hasta Perlora, hablar con ellos y que quisieran contar lo que había pasado. La mayoría era gente que tenía 6 o 7 años cuando conoció a Manuel. Lo más impactante y difícil fue que la gente nos hablase de su muerte, del asesinato, el poder hablar eso de tú a tú. La gente, aunque no lo haya vivido directamente, como hubo tanto miedo por ambas partes es reacio a recordar esas cosas. La parte bonita fue cuando gente de Perlora recordaba el día de su primera comunión y que Manuel ese día les daba chocolate. Eran historias muy bonitas porque hay que tener en cuenta que entonces había mucha hambre.

–¿Le costó conseguir información sobre Manuel Alonso?

–La documentación estaba muy desperdigada. Mucha de ella, de cuando lo asesinaron, estaba rulando por ahí y acabó en manos de una señora de la familia que vivía en Madrid. Mi tía Geli (María Ángeles García Rodríguez) fue la que me ayudó a conseguirla. También busqué documentos en el Seminario de Oviedo y en el archivo de la Catedral, donde no tuve ningún problema. Incluso tenemos papeles que se encontraron en la chaqueta de Manuel Alonso cuando lo asesinaron.

–Es su primer libro. ¿Habrá más?

–La verdad es que me picó el gusanillo, pero de momento solo estoy pensando en hacer una edición nueva de este libro con más material que tenemos recopilado. El tema, que toca el mundo religioso, me parece interesante porque pude sacar esa conexión con un momento histórico. Además, tuve el lujo de que Enrique Moradiellos escribiera un prefacio muy chulo.

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