El desarrollo residencial de la Mayacina arrancó sobre el terreno hace ahora ocho años. Las obras empezaron en el verano de 2008, cuando la entidad pública Sepes, dependiente del Ministerio de Vivienda, adjudicó la construcción de las primeras 131 viviendas del ensanche urbano de Mieres a la empresa Vías y Construcciones. El ambicioso proyecto residencial contemplaba construir 711 pisos. El estallido de la burbuja inmobiliaria dinamitó toda la planificación inicial. Tras casi una década de lento caminar, el plan urbano de la Mayacina tiene ejecutadas actualmente el 77 por ciento de sus viviendas.
El próximo mes de septiembre el Gobierno regional entregará las llaves de los 117 pisos cuya construcción acaba de culminar tras una complicada gestación marcada por la quiebra de la constructora que inicialmente logró la adjudicación autonómica. Este edificio ha tardado en levantarse cinco años y ahora se suma a las otras cuatro promociones que ya están habitadas. De esta forma son ya 542 los pisos que vertebran la Mayacina. Quedan por tanto pendientes de edificar otras 169 viviendas para culminar el plan. A medio plazo no se prevén avances.
Son tres los bloques de viviendas que quedan por hacerse en la Mayacina. El paso de un colector por la parcela en la que la constructora OCA debería desarrollar la promoción de cuarenta viviendas, situada al norte de la sierra de Máximo mantiene, de momento, paralizado el proyecto. La tubería es el emisario general de Ujo que va a la depuradora. El futuro de estos pisos dependerá del acuerdo al que lleguen finalmente la constructora y la Sociedad Estatal de Suelo (Sepes), que fue la que adjudicó las parcelas. Más complicado se presenta el aprovechamiento de los dos solares asignado en su momento a Oteypsa, empresa que hace cinco años comenzó a construir en una de estas promociones, unas obras que quedaron en un largo suspenso tras quebrar la firma.
El Ayuntamiento de Mieres retiró la licencia de obra que había concedido en su momento a la constructora, pero ésta aún no se ha retirado del proyecto. El problema radica en que el contrato de adjudicación de los terrenos que firmó en su momento con Sepes no recogía un plazo de ejecución. La firma sí comenzó a trabajar en la parcela, concretamente en 2010, pero paralizó los trabajos pocos meses después tras entrar en concurso de acreedores. La paralización de las obras no sólo afectó a la parcela, también a los compradores. Muchos de ellos renunciaron aunque otros se vieron atrapados por los problemas económicos de la constructora.
