"Me muero". Pocas afirmaciones hay tan reales, rudas y sin arreglo. Josín Lazcano, artista conceptual al que una enfermedad terminal le come las entrañas, la dice sin tapujos. Así inicia la conversación porque, afirma, no tiene tiempo para circunloquios, para florituras, para dar la vuelta y echar a correr. Josín Lazcano se muere y tiene un objetivo: encontrar una nueva familia para su perro "Trasgu". Un final planificado para una vida extraordinaria. No por afortunada ni feliz. Sí por bohemia y por las vueltas que le dio: de artista prometedor a vivir en un cajero de la calle Manuel Llaneza de Mieres.

Los años noventa fueron buenos para Josín Lazcano. Estaba despegando como artista y viajó a Basilea (Suiza) para aprender de Yoko Ono, viuda de John Lennon y maestra para él: "Con ella supe lo que es el arte conceptual". También trabajó con Pipilotti Rits, la primera artista que expuso una vídeo instalación en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Recuerdos de una época mejor que aún amagan una sonrisa cuando los cuenta. También ese día que cerró la calle Uría de Oviedo para grabar un videoclip: "Los protagonistas, integrantes de una banda de rock, querían ir en 'Harley'. Yo dije que no, que en triciclo". Visión original que le valió un premio regional, en 1993, dotado de 600.000 pesetas.

Rehuyó de Navia, su tierra natal, con casi tanta determinación como la que muestra ahora para dejar la vida. "Me fui a la estación de Oviedo y pedí un billete para el primer autobús que saliera". Tanta prisa hizo que la chica que estaba en la taquilla pensara que había cometido un delito. Llamaron a la policía pero, una vez resuelto el entuerto, Lazcano volvió a reclamar su billete. "El primer autobús salía para Cangas de Narcea, por eso llegué allí".

Apela al "destino". Un destino que, si ha dictado su vida, no ha sido un buen amigo. En Cangas se encontró siempre como en casa e inició su proyecto "CajaLata": un lugar abierto al arte, donde la gente pudiera crear y encontrarse con sus iguales. Tenía sueños: convertir esa "CajaLata" en algo global, no solo aplicable al arte. También a la economía, a la política y a la ecología. Los ejes que, a ojos de Lazcano, mueven el mundo que pronto dejará.

En esa buena etapa llegó a su vida "Trasgu". "Mi compañero más fiel, mi mejor amigo", dice, mientras mira a ese perro risueño que le rodea las piernas sin parar. Y son las primeras palabras que le arrancan lágrimas. Le conmueve más que explicar ese giro inesperado, esa mala racha, que le llevó a vivir en las calles de Mieres hace dos años. Hubo un problema familiar, detalle que Lazcano bordea de puntillas, y todo se derrumbó. Así que él volvió a la estación y, de nuevo, pidió al destino que dictara su viaje. "Dejé a 'Trasgu' con el Jefe de la Policía Local de Cangas del Narcea, una gran persona, que me lo cuidó hasta que ya estuve asentado".

El primer autobús salía hacia Mieres. Tenía muy pocos recursos económicos y era difícil encontrar un hogar para los dos. "Me ofrecían una habitación en Santa Marina, por 110 euros, pero no aceptaban mascotas". Lo mismo en el barrio de San Pedro. Así que Josín Lazcano decidió vivir en la calle para no separarse de "Trasgu": "Él nunca me abandonó, yo a él tampoco". Durante meses, durmió en los soportales del Ayuntamiento, en un cajero y un portal. También en el parque Jovellanos. Dos mantas, una como colchón y la otra para amortiguar el frío, eran el único patrimonio de Lazcano y "Trasgu".

Josín Lazcano es bohemio, guarda la extravagancia que rodea a los artistas. Pero algo le ha preservado del cinismo, del "piensa mal y acertarás". Confió en que todo mejoraría y, hace un año, encontró un lugar para vivir con su perro. La vida parecía ya no ir marcha atrás cuando llegó otro latigazo, el definitivo: hace cinco meses, le diagnosticaron una enfermedad incurable.

"Tengo de todo, me muero", reitera Lazcano. Y la atmósfera se tensa, como pasaba en la película "Truman", más para el que escucha que para el que lo dice. El filme, ganador del Goya a la mejor película, narra una historia similar a la de Josín Lazcano: un enfermo terminal busca familia para su perro. La semana pasada le sometieron a una paracentesis abdominal que terminó de agotarlo. Vestido con su tres cuartos de cuero marrón, tan holgada que es fiel testigo del deterioro del artista, acudió al Hospital Álvarez Buylla para declinar más tratamientos.

Lazcano cree que le quedan unas semanas de vida. "La esquela ya está redactada y aparecen mis amigos, mi padre fallecido y 'Trasgu'", explica. También ha preparado el funeral. El único cabo suelto es el que más le cuesta atar: encontrar una familia para el amigo que más quiere. "Lo único que pido es que lo cuiden, que le den amor, porque se lo merece". "Trasgu" es pequeño, tiene unos ojos marrones que iluminan cada cara que mira. No tiene miedo, no ladra y mueve la cola como si siempre tuviera algo que celebrar. "Jamás se ha enzarzado, ni siquiera con gatos. Es muy respetuoso", afirma Josín Lazcano y confirman los que le conocen. Está bien educado y siempre duerme en su cesta.

Siempre no. El viernes, después de declinar su tratamiento, Josín Lazcano llegó a casa tan débil que fue directo a la cama. Ni siquiera abrió sus libros, ni encendió un cigarro. Ese día, "Trasgu" brincó al edredón. Le dio unos lametazos y le tranquilizó. Sabe, porque su mejor amigo se lo ha enseñado, que todo volverá a estar bien.