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La cantera del Álvarez Buylla

Estudiantes de Bachillerato visitan el Hospital de Mieres, donde ahora profesionales en activo que antes vivieron su misma experiencia les explican su funcionamiento

Juan Luis Álvarez del Moral actúa de guía por algunas instalaciones del centro. SILVEIRA

Carmen M. BASTEIRO

Erika Pascual creció escuchando las historias de su abuelo, militar en Lima, y supo desde niña que quería ser médica en el Ejército. Johana González y Mario Ramos no pueden vivir sin el deporte. Su sueño es estudiar fisioterapia. Ana Álvarez está dispuesta a estudiar sin descanso para convertirse en médica y Javier Molina tiene claro que será veterinario. Alberto Hartos y Paula Peláez son los únicos indecisos del grupo: no saben si están más interesados en la medicina o la enfermería. Pero es seguro que encaminarán su carrera hacia el sector sanitario.

Estos siete chavales, alumnos del IES Peñamayor de Nava, hicieron una visita al Hospital Álvarez-Buylla de Mieres. Es una actividad que realizan más de treinta colegios e institutos de la región y que busca despertar vocaciones. Y lo consigue: hay trabajadores en el centro sanitario que antes fueron escolares indecisos que resolvieron su futuro en los pasillos de ese hospital.

Son las nueve de la mañana y los alumnos llegan al Álvarez-Buylla. Les acompaña Esther Orviz, profesora de Biología: "Venimos todos los años, desde 2012", asegura. Y añade, orgullosa, que "en aquella primera visita participó Pablo Argüelles". Naveto y uno de los mejores MIR de la región de la última promoción. "Quizás, dentro de unos años, alguno de estos alumnos que nos visitan hoy también lo consiguen", saluda Ángel Mones, responsable de la biblioteca del área sanitaria del Caudal (nombrada área sanitaria VII) y coordinador de la actividad.

Cogen fuerzas en el salón de actos. Allí, un médico y un enfermero les hablan de la vocación y de la entrega en el sector sanitario. Empieza la ruta: triaje es la primera parada. Y un ejemplo de que su recorrido por el hospital puede terminar con una decisión firme, porque en el servicio está hoy Juan Luis Álvarez del Moral. Él fue uno de los que hicieron la visita de estudiantes. Salió por la puerta del hospital (entonces en Murias) con las ideas claras.

Y llegan a urgencias. Sonríe Gonzalo Domínguez Díaz, enfermero. También él estuvo en su lugar. Hace diez años, era alumno del colegio Sagrada Familia de Pola de Lena: "Vine lleno de dudas. No sabía si quería estudiar fisioterapia, medicina o enfermería", explica a los jóvenes. Aquella mañana, viendo el trabajo de las enfermeras, tomó una decisión. "¿Te arrepientes?". Nada, cada día agradece trabajar en el hospital. Si tuviera que poner una pega, "que es muy duro dar malas noticias". Eso sí, que no le muevan de Urgencias: "Me gusta mucho el trabajo aquí, más que en planta".

Porque hay que actuar rápido, porque cada día es impredecible. Esta mañana es tranquila y puede recibir al grupo el director del área de gestión clínica de Urgencias, Ramón Rodríguez González: "Nunca sabes cuándo surgirá una intervención grande, es un trabajo emocionante", asegura el doctor al grupo. Les desvela el secreto para que todo funcione: "Hay que trabajar en equipo. Hay que funcionar en cadena", asegura.

-Como el cuerpo humano-, matiza Erika Pascual.

La respuesta de Ramón González deja pensativos a los chavales: "Ojalá fuéramos tan perfectos". Sigue la visita, ahora a rayos. En el departamento, con las técnicas Carmen Escobar e Isabel Ordiales, los jóvenes descubren la diferencia entre el escáner y la resonancia. Y conocen algunos secretos del hospital: como los medidores de radiación, que se analizan mensualmente para saber que todo funciona a la perfección.

Ya es media mañana. Pausa para un tentempié en la cafetería del hospital. "¿Son ya las doce?", pregunta Mario Ramos. El tiempo les pasa volando. "Decidimos que sólo visitaran el hospital los chavales que están interesados en estudiar algo relacionado con la rama sanitaria, para que la excursión sea realmente atractiva para ellos", explica Orviz.

Y lo es. Terminan la mañana conociendo al robot de farmacia del hospital, capaz de preparar las dosis de medicinas para cada paciente. También en patología, donde presencian el análisis de un útero extraído a una paciente. Llega el final del recorrido, a algunos ya les brillan los ojos: "Yo tengo claro que voy a seguir esforzándome", dice Ana Álvarez. No es para menos: la nota de corte para cursar Medicina en Asturias es de 12,5 puntos. Difícil, coinciden todos, pero no imposible.

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