La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La agonía del coto de pesca sin muerte

Los cormoranes arruinaron la que fue calificada mejor zona de Europa en su especialidad pesquera, abierta en Mieres en el río Caudal en 1997

Uno de los pescadores suelta alevines en el cauce del Caudal.

El coto de pesca sin muerte de Mieres se inauguró en marzo de 1997 canalizando de inmediato una riada de elogios y alabanzas. Expertos nacionales acudieron desde toda Europa para reconocer el vedado. Ya el primer día estuvo en Mieres, entre otros, Juan Delibes, hijo del escritor Miguel Delibes y director de la revista "Trofeo y Pesca". Dos años más tarde la publicación especializada "Feder Pesca" eligió el tramo como el mejor coto sin muerte de Europa. La demanda para echar la caña en Mieres se disparó y decenas de pescadores acudían cada semana, en algunos casos incluso desde Japón. La iniciativa parecía tener la corriente a favor y sin embargó zozobró relativamente pronto.

El coto de Mieres actualmente languidece sin casi demanda y con una colonia de truchas arruinada desde hace más de una década por una descontrolada presencia de cormoranes. El resultado es que de las 530 reservas abiertas para los meses de julio y agosto, sólo se han cubierto, de momento, dos. Pocos hubieran augurado un desenlace tan mustio para un proyecto tan vigoroso en su origen.

En 1997, el río Caudal sufrió una transformación radical. Hasta entonces, el cauce era impracticable para la pesca, debido a la suciedad que arrastraba por los vertidos de los lavaderos de carbón y de las poblaciones. Hacía décadas que una caña no descansaba sobre estas aguas. Sin embargo, el cauce recuperó el esplendor de antaño gracias a una ardua labor de saneamiento, creación de saltos de agua artificiales y repoblación de la vegetación. Asimismo, las asociaciones de pescadores colaboraron en la recuperación del río con la suelta de truchas de forma periódica. Sin embargo, la llegada de los cormoranes, unas aves pescadoras y nunca antes vista en estas cotas, perjudicó gravemente al coto. La voracidad de estos pájaros era tal que, tras esquilmar el coto de pesca sin muerte, se adentraron también en otros afluentes del Caudal en busca de truchas.

Si hubiera que asignarle una paternidad al coto sin muerte de Mieres éste debería recaer sobre el ya desaparecido Pepe Cueto. Él fue quien el 27 de marzo de 1997 capturó la primera trucha en el vedado, para a continuación devolverla al río entre aplausos. Este entregado aficionado logró impulsar un proyecto en el que al principio pocos creían. También jugó un papel relevante el que fuera concejal de Medio Ambiente a principios de los noventa, Arcadio Villanueva.

El vedado se acotó inicialmente entre Ujo y Ablaña. Con un recorrido de 9 kilómetros. El éxito fue inmediato. La Real Asociación Asturiana de Pesca planteó ya en junio de 1997 la posibilidad de ampliar el vedado otros 8 kilómetros , concretamente hasta la térmica de Soto de Ribera. No se aceptó la propuesta, pero los aficionados si consiguieron que los permisos para pescar, inicialmente diez diarios, se doblasen. La Asturiana de Pesca llegó a sostener que con la ampliación del coto se podrían cubrir medio centenar de reservas al día. Y es que por entonces había incluso reventa. Suena hasta desconcertante si se tienen en cuenta que actualmente, a estas alturas de junio, sólo hay dos reservas tramitadas hasta finales de septiembre.

En 1999, el coto de Mieres rebosaba truchas y pescadores. Así, la revista "Feder Pesca" , con gran difusión por entonces en España, calificó el tramo sin muerte del río Caudal como "el mejor de Europa": " Si sólo pudieras escoger un único coto para practicar la pesca de la trucha con equipo de mosca, ¿cuál sería?", preguntaba la publicación a sus lectores. Y respondía: "Te vendrían a la mente unos cuantos nombres, pero sólo habría un elegido: Mieres".

El primer contratiempo para el coto de Mieres llegó cuando el Principado planteó recortar su longitud. Pescadores de diversos países y comunidades españolas iniciaron una protesta para frenar la medida. La referencia a esta campaña en revistas especializadas en pesca permitió que la protesta adquiera una mayor dimensión. Inglaterra, Alaska, Nueva Zelanda o Islandia, pioneros en la implantación del coto sin muerte, fueron algunos de los países desde donde se mandaron misivas de apoyo.

Pero al coto de Mieres le esperaba un enemigo que llegó volando. Los cormoranes se hicieron de pronto con el control del río. Los pescadores no han dejado de insistir en que se trata de una especie "invasora" que rompe el equilibrio piscícola del río. Estas aves pueden comer entre dos y tres kilos de pescados al día. Los aficionados afirman haber llegado a divisar concentraciones de cerca de medio centenar de aves en un tramo de río no superior a los 200 metros de longitud. Para las truchas, poco menos que un campo de minas.

La Asturiana de Pesca ha siguiendo realizando repoblaciones anuales en el coto. Ahora bien, hace tiempo que la iniciativa se aborda sin ninguna convicción. "Con los cormoranes no hay nada que hacer. Han convertido el mejor coto de España de estas características en uno de los peores", subraya Ignacio Fernández Cerra, responsable comarcal de la Asturiana de Pesca.

Compartir el artículo

stats