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La nueva normalidad de La Cortina

La localidad lenense recupera su rutina tras las obras de reparación del gran argayo que hace dos años destrozó varias casas del pueblo

El espacio que arreglaron los vecinos en una calle. A. V.

Corría la mañana del 26 de junio. El día parecía tranquilo en la localidad lenense de La Cortina. Muchos vecinos habían bajado a comprar a Pola de Lena o Mieres. Apenas quedaba gente en el pueblo. De pronto, un gran estruendo resonó en toda la zona. Y la montaña se vino abajo. Cinco enormes rocas se desprendían de la ladera, arrasando todo lo que encontraron a su paso. La imagen era dantesca. Las administraciones actuaron con cierta premura, y hoy, algo más de dos años después, La Cortina ha vuelto a su nueva normalidad.

Dori Martínez es una de las habitantes de la localidad lenense, donde muchas de las casas son segundas residencias, pero en la que como ella, todavía quedan vecinos. "Todavía recuerdo aquellos momentos y me impresionó", asegura esta mujer mientras pasea por las renovadas calles de este núcleo. A ella, el derrumbe de la ladera la pilló comprando. "Los vecinos no daban conmigo, y hasta que no me llamaron por teléfono y me localizaron pensaron lo peor", rememora. Nada más avisarla salió disparada hacia una escena más propia de una película que de la realidad. "Recuerdo que cuando llegamos no me dejaban pasar, y viendo todas las ambulancias, bomberos, policía... Me eché a llorar", confiesa.

Tras aquel susto, llegaba la hora de reconstruir La Cortina. Los trabajos duraron cerca de un año. Por una parte se aseguró toda la ladera, con la construcción de taludes y la colocación de alguna malla de seguridad. Parece muy simple de describir, pero las labores fueron intensas y peligrosas. En el pueblo se recogieron todos los escombros y se retiraron las enormes bajo las que quedaron casas sepultadas. Se aprovechó para arreglar calles y colocar un pequeño parque en la zona donde estaba una centenaria báscula, que fue engullida por el argayo.

"Tanto política como personalmente, fue uno de los momentos más duros de mi vida", recuerda la alcaldesa, Gemma Álvarez. La imagen imborrable de su cabeza es la de todo un pueblo en silencio, viendo como los perros de rescate rastreaban la zona. "Se nos encogía el corazón pensando que pudieran encontrar a una persona bajo los escombros", recuerda la regidora. Pero no hubo que lamentar víctimas mortales. Finalmente, y tras 500.000 euros de inversión regional y otros 100.000 del Ayuntamiento, La Cortina ha recuperado el pulso.

También sus vecinos fueron proactivos tras el suceso. "Nos pidieron materiales y arreglaron ellos un espacio en las calles", afirma Gemma Álvarez. Lo corrobora Dori Martínez: "la gente echó una mano para poder aprovechar y adecentar el pueblo".

El que no podrá ya disfrutar de su pueblo es Miguel Pulgar. Era el presidente de la asociación de vecinos, y un hombre muy activo, moviéndose para buscar las mejores soluciones tras el "argayón". Una enfermedad se lo llevó hace unos meses. "Lo vamos a echar de menos, siempre se movió mucho por su Cortina", indica la alcaldesa.

Los que fueron sus vecinos lo recordarán en este mes con una misa. Y pudiendo volver a sus casas con seguridad, por las calles que un día se llevaron por delante las inmensas rocas de La Cortina.

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