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Las Cuencas que funcionan: Talleres Vicente Merino, cuatro generaciones para forjar una empresa

Vicente Merino se llama igual que su padre, su abuelo y su bisabuelo, y desde Langreo su compañía diseña y fabrica las máquinas para ultracongelar la comida que se compra en los supermercados

Vicente Merino, junto a una máquina de criogenización diseñada y fabricada en los talleres de Barros. Juan Plaza

El primer Vicente Merino fue el bisabuelo, el que fundó la empresa hace 98 años en Sama de Langreo. Hoy, el cuarto Vicente Merino dirige la compañía que hace medio siglo se trasladó a Barros, a poca distancia. En su despacho aún hay libros de su abuelo.

Talleres Vicente Merino creció bajo el paraguas de la minería y de Duro Felguera. Calderería y construcciones metálicas, todo lo que se necesitaba en los pozos y en los tallerones de Duro. Merino recuerda cuando cortaban el metal con cizalla o con radial. Hoy todo ha cambiado, la empresa siempre ha intentado dotarse de la última tecnología y ahora el corte es milimétrico, ya sea con plasma, con láser o con el sistema de oxicorte.

LAS CUENCAS QUE FUNCIONAN, TALLERES VICENTE MERINO, BARROS, LANGREO. JUAN PLAZA

El objetivo es el mismo que cuando empezaron, la construcción de piezas metálicas pero el producto final es bien distinto, tanto en calidad como en características. De aquella "dependencia" de las grandes industrias asturianas han pasado a trabajar en toda Europa. Están especializados en la construcción de equipos a presión, enormes tanques de almacenamiento en los que se puede meter líquidos o gases, por poner ejemplos. Equipos destinados al sector energético, al químico o al "oil and gas". Hace años sus mayores clientes eran las plantas energéticas de ciclo combinado, "hoy trabajamos más en el sector de la biomasa o el termosolar". También construyen equipos de combustión, esas enormes antorchas que están quemando gas 24 horas al día durante 365 días al año como la que se puede ver en Aceralia en Tabaza. Entre sus últimos trabajos destaca una de estas antorchas, de 100 metros de altura, para la refinería de Cepsa en La Rábida (Huelva).

SERIE LAS CUENCAS QUE FUNCIONAN, TALLERES VICENTE MERINO, BARROS, LANGREO. JUAN PLAZA

Pero la empresa hace años que se diversificó y entró en el sector de la criogenización. Si un asturiano compra comida congelada en una gran superficie, probablemente ese producto haya pasado por uno de los túneles o uno de los armarios de criogenización que se construyen en Barros, en una nave de 5.000 metros cuadrados entre el Corredor del Nalón y la vía del tren que va de Gijón a El Entrego. "Empezamos de la mano de Nippon Gases", explica Vicente Merino en referencia al gigante de los gases industriales y medicinales. Comenzaron a construir túneles de criogenización para alimentación. La técnica de congelación criogénica se basa en la congelación ultra-rápida de los alimentos, evitando el deterioro de las células de los alimentos producido en las congelaciones convencionales. Para ello se emplean gases (N2 y CO2) a temperaturas extremadamente bajas, de hasta –100 grados. Llevan décadas haciéndolo y la empresa de Barros se ha convertido en el líder nacional en el sector. "En los últimos años ha explotado", reconoce Merino. Tanto, que entre sus últimos encargos está un equipo para congelar hamburguesas veganas en Dinamarca.

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En la nave que la empresa tiene en Barros se hace todo el proceso, partiendo desde cero. Los ingenieros, como Merino, licenciado en Viesques (Gijón), hacen los diseños y a partir de ahí se fabrica cada uno de los componentes. Son miles de piezas que se hacen dentro de la misma empresa. Al ser un taller de calderería y construcciones metálicas pueden construir cada una de esas piezas, por grande o pequeña que sea. Ellos diseñan, fabrican, cortan y construyen. De todo ello se encargan las 30 personas que hay actualmente en la plantilla, "y son más si aumenta la carga de trabajo", matiza el empresario.

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Además de la nave de Barros, Vicente Merino dispone de instalaciones en Valnalón, y están asociados con la empresa de ingeniería e instalaciones eléctricas Sazepi, también de la cuenca del Nalón. Esta alianza se centra en la modificación de contenedores marítimos y la fabricación de salas eléctricas. Esos contenedores tan demandados y conocidos últimamente se convierten en centros logísticos tras pasar por Vicente Merino. Los modifican, los aíslan, los dotan de todo tipo de instalaciones a petición del cliente y los convierten en equipamiento industrial una vez recertificados. "Si abres una ventana, modificas la estructura o tienes que instalar ventilación para los equipos que hay dentro. Por ejemplo si el contenedor va a acabar en una refinería en el desierto, tienes que volver a certificarlo todo porque la homologación anterior del contenedor no contempla todo eso", explica el empresario.

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Las distintas generaciones de "Vicentes Merinos" han tenido la inteligencia de ir diversificando el trabajo de su empresa, tal vez ese sea el secreto de estar a punto de cumplir un siglo de historia en la Cuenca del Nalón. Por ahora no hay quinta generación pero Vicente Merino tiene muy claro qué nombre le pondrá a su hijo cuando llegue.

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