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Desde mi Mieres del Camino

La villa pionera en la recuperación del Carnaval

La labor realizada por los hosteleros de la calle La Vega para volver a celebrar el Antroxu en Mieres

Sonaban clarines de un cambio importante en la actualidad española con el aperturismo político y democrático. Y tanto la esperanza como la ilusión se respiraban en los sectores que conforman una sociedad sujeta, hasta entonces, a los "mandatos" de una dictadura. Esta impresión, esos sentimientos abarcaba todo el arco humano incluidas las manifestaciones festivas.

Para nadie es un secreto que tras la implantación del régimen franquista habían quedado abolidas algunas expresiones del festejo público, como por ejemplo el veto total a los Carnavales en los que el principal objetivo fuese el detalle imprescindible de disfrazarse ocultando la identidad, al considerar que ello podía convertirse en una forma de "operar" impunemente contra la integridad o la propiedad de los participantes.

De todas maneras hubo "puntos" definidos donde la prohibición no llegó a surtir efecto ni tampoco fue motivo de desmanes. Mieres ha tenido ese ejemplo "débil" en el pueblo de Insierto, valle de Cuna y Cenera.

En la capital del concejo, apenas se dejaron oír esos clarinazos libertarios, en el mejor de los sentidos, cuando la iniciativa del sector de la hostelería, y lo que era lógico por la influencia que ejercía en la actividad, la calle La Vega se lanzaba a "tumba abierta" hacia la recuperación de este manifiesto de alegría que con su "escopetazo" dio salida a todo un deseo de participación ciudadana.

A partir del año 1981 la organización abría el escaparate de su programa más expresivo, como pioneros de todo el arco asturiano logrando que los Carnavales de Mieres, a los que rápidamente se les agregó el denominativo de la llingua, el Antroxu, se convirtieran en una llamada a la participación de gentes de todo el Principado.

La calle La Vega, en su magnífica trayectoria, fue el especial escenario que recorrían las carrozas, los grupos animados, las charangas y todos aquellos colectivos participantes que iban escoltados por las innumerables y juguetonas individualidades que bailoteaban y hacían piruetas en torno al propio desfile, porque la gente se había soltado el pelo, haciendo partícipe a todo el cogollo urbano.

El cronista entiende que los principales promotores de este fenómeno recuperado de la historia, fueron al menos siete. Ahí estaba con toda su disposición Tino Nomparte del Tino's (Florentino), primer presidente; Andrés el del Yaracuy (Andrés Bernaldo de Quirós), que tomó el relevo en la presidencia; y Antonio el del Escudo (Antonio Menéndez), tercer mandamás. Y con ellos Tini en del Yubana (Valentín Fernández), Pedro el del Gatopardo (Pedro Ortega), Lelo el del Eros (José Aurelio Alvarez) y Sabino el del 42 Piano Bar (Sabino Argüelles), que hacía las veces de secretario.

Todos ellos completaban el equipo promotor y no solamente ponían en marcha la maquinaria organizativa, sino que también participaba, con sus disfraces, en cada uno de los actos previstos. Es posible que existiesen otros colaboradores que también dejaron santo y seña, o que se sumaron más tarde. Ante una omisión involuntaria, pido las justas disculpas.

El impacto del Antroxu mierense tuvo resonancia hasta el punto de convertirse, por aquellos tiempos, en el primero de Asturias, tanto por su antigüedad como por la categoría que alcanzaba en cada edición. Incluso LA NUEVA ESPAÑA se unió a cada convocatoria, con el concurso de "Los Populares del Carnaval" un trofeo que alcanzaron algunas personalidades de este entorno, como fue el matrimonio Mortera, artífices de un estilo inconfundible por su elegancia y expresión, Manuel Cuevas "Lito" el del Yubana, dado el trabajo que desarrollaba para la mayor brillantez de los actos y La Charanga "Los Esgarrapiaos" de Ablaña, primera y por lo tanto pionera en eso de organizarse como grupo para su participación.

Todavía queda por señalar que varias personalidades de renombre acudieron a la solicitud del Carnaval mierense para hacer de pregoneros, como es el caso, entre otros, del periodista deportivo José María García, el consejero entonces de Cultura en el Principado Manuel de la Cera, el redactor también por aquella época, de LA NUEVA ESPAÑA, José Luis López del Valle y el entrañable compañero en las tareas informativas de la zona, José María Pellanes.

Desgraciadamente de los organizadores principales solo Antonio el del Escudo, Pedro el del Gatopardo. Lelo del Eros y Sabino el del 42 Piano Bar se encuentra entre nosotros, mientras que Andrés, Tini y Tino Nomparte, dejaron este mundo hace unos cuantos años, pero su recuerdo permanece arraigado entre los mierenses que gustan de mantener vivo el espíritu de antaño. Lo mismo se puede decir de algunos de los "Populares del Carnaval" galardonados, como el matrimonio Mortera o Lito el del Yubana. Ellos, también, por el poso de participación que dejaron, permanecen vigentes en el recuerdo colectivo.

Mieres acaba de celebrar una nueva edición del Antroxu, actualmente en manos de la comisión municipal de festejos. En realidad toda Asturias se viene manifestando, año tras año, con la puesta en escena de esta "explosión" festiva que invade todos los años el calendario de una región autonómica dispuesta a mantener vivo, al menos, el rigor de sus calendarios tradicionales, puesto que de tradicional debe considerarse esta cita propia del invierno, aunque a las puertas de la primavera.

En el presente año 2015 no puede decirse que la villa del Caudal ha tenido mucha suerte en el ámbito climatológico, elemento indispensable para alcanzar cotas de brillantez. Tanto el martes dedicado al nivel infantil, como el pasado viernes día veinte del pasado mes para los mayores, el tiempo jugó una más que pequeña jugada hasta el punto de que se temía restase participación. Pero, las jornadas se vistieron de fiesta, contra tirios y troyanos, pese a los vientos que corren y el marco escénico del núcleo urbano, se adornó de mil colores para alcanzar el nivel.

La celebración del Carnaval de 2015 ha servido para recordar tiempos que, si bien no eran mejores, y puede que tampoco peores, sí despertaba el calor de un sentimiento colectivo con adornos de libertad de expresión, esa que, hoy por hoy, aunque figure con todos los mandamientos en las bases de una idiosincrasia declarada democrática a toque de creencia, ha dejado paso a ciertos "horrores" que desvirtúan su auténtica esencia y que, por los aires que se respiran a ras del suelo -por lo visto no a nivel del "cielo" donde se mueven los dimes y diretes políticos- no envían mensajes de bonanza inmediata ni elementos que prometan revertir las acervadas tendencias de prácticas corruptas impropias del más elemental respeto a los derechos de la colectividad.

Y esa realidad palpable en la España de hoy, ha quedado, una vez más al desnudo y con el más acervado ridículo crítico, en los testimonio folklóricos de los recientes Carnavales, bien aprovechados, en algunos puntos de España para dejar su santo y seña dentro de la convocatoria de algunas grandes manifestaciones de esta especial y espectacular manifestación.

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