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Desde mi Mieres del Camino

El eje de las comunicaciones asturianas

Los túneles del Padrún de la A-66 cumplen veinticinco años operativos para agilizar la salida de la región hacia la Meseta

En apenas quince días, los túneles del Padrún estarán de aniversario. El 12 de marzo se cumplirán los veinticinco años de la apertura del primer túnel bajo el mítico Padrún y unos meses más tarde serán las "bodas de plata" del segundo, como preludio de la A-66 y paso decisivo, tras la construcción de la Autovía Minera, para declarar a Mieres como "capital asturiana de comunicaciones". Al menos por carretera, sin despreciar el hecho del paso del ferrocarril interregional de Renfe, hacia la meseta castellana, con el consabido tejemaneje del futuro de la variante del Pajares que, en cuanto al tiempo de ejecución, más los sucesivos inconvenientes que tiene esta majestuosa obra, han puesto en tela de actualidad el final deseado. También destaca que Mieres es, sobre las férreas ruedas de Feve, el paso obligado para este tipo de comunicaciones con el concejo de Aller, hasta la localidad de Collanzo, aunque hoy este medio esté de capa caída.

El acto simbólico de la apertura del túnel del Padrún, con la correspondiente detonación para la perforación de los últimos metros, tuvo lugar bajo la presencia del entonces delegado del gobierno central Manuel Ponga, el consejero de obras públicas del Principado José Ramón Zapico, del alcalde de Oviedo Antonio Masip, el alcalde en funciones de Mieres (por obligada ausencia del titular Eugenio Carbajal), Misael F. Porrón y el ingeniero jefe de la obra Ignacio Arango. De esta forma quedaron libres de paso los 1762 metros del largo del túnel.

Tal acontecimiento trae a la memoria un largo proceso de circunstancias desde la construcción de la carretera interprovincial entre la meseta castellana (León) y Asturias, en tiempos del ideólogo de la primera comunicación, apta para diligencias y sillas de posta particulares, Gaspar Melchor de Jovellanos que, entre Madrid y Oviedo, se inauguró en 1829, recibiendo el espaldarazo oficial con el viaje que realizaron, en julio de 1858 la reina Isabel II, su esposo Francisco Asís de Borbón y el entonces Príncipe de Asturias, Alfonso, más tarde Alfonso XII, en un coche que les había sido regalado por el rey francés Luis Felipe, y más tarde pasando por un largo periodo cuyas dificultades asturianas se centraron en las curvas y fuertes ascensiones de La Rebollada, Copián y demás hasta el Padrún, el descenso a Olloniego y de nuevo la ascensión por la Manzaneda hasta descender, otra vez, ya con dirección a Oviedo, por el barrio de San Lázaro.

Existe una singularidad especial en este viaje para los mierenses, metidos ya de lleno en los avances automovilísticos del siglo pasado, incluido el servicio regular de autobuses. Y se trataba del fuerte escollo representado por el paso a nivel de las vías de Renfe, a la entrada de Olloniego, donde el juego de barreras funcionaba con demasiada antelación, ante el anuncio del paso de trenes de viajeros o de mercancías, originando, en ocasiones, una parada forzosa de los vehículos a motor de quince o veinte minutos, lo que prolongaba el viaje de Mieres a Oviedo y viceversa, hasta cerca de la hora de duración. Con la apertura de los túneles de Peñamiel en la nueva vía por La Pereda, Baíña, Loredo y el concejo de Morcín, a la vera paralela del río Caudal, aproximadamente por el año 1968, la carretera del Padrún y Manzaneda pasó a ser de servicio para los habitantes de la zona y de ruta turística por la magnífica visión de un hermoso valle desde casi todo el recorrido entre la capital minera y el propio Padrún. Y así continúan hoy día, aunque, hasta la apertura de la A-66 servía también de enlace con Olloniego y su desvío hacia la otra cuenca del Nalón, salvado el fatídico cruce del ferrocarril con un paso superior.

Sobre la primera vía de comunicación desde León, Pajares, Lena, Mieres y Oviedo cabe ultimar el trabajo con la señalización de su recorrido hasta la villa de Teodoro Cuesta, puesto que el resto queda perfectamente determinado con el Padrún, Olloniego y Manzaneda. Pues bien, situándonos en territorio mierense, se descubre que desde Senriella, límite con Lena, discurre paralela a la derecha de la marcha de aguas del río que lleva el nombre del concejo lenense, hasta su unión con el Aller en Ujo. Allí toma rumbo distinto en dirección a Figaredo, aunque existen informes fidedignos de que, con anterioridad, discurría por el interior de Ujo, pasando al barrio de Santullano denominado del Norte, para cruzar el vetusto puente sobre el Caudal y dirigirse, hacia la capital del municipio y tomar rumbo al Padrún, ruta que quedó también denominada como "Camino de Santiago". De todas formas, por su uso e importancia, fue el tramo Figaredo-Santullano-Mieres el que más duración y fama adquirió.

Salvado ya el escollo montañoso de Peñamiel, por la margen izquierda del río, tras el periodo de esta construcción y un largo parón de años, en 1968, queda abierto al tráfico el tramo de la nueva Nacional 630 (N-630), justo hasta el puente de La Perra en Mieres, para, posteriormente, llegar a Santullano y más tarde a Campomanes ya en Lena. Y el asunto se sitúa en 1983 con la entrada en escena de la A-66 hasta la citada localidad de Lena, cuyo punto álgido fue el estallido de la dinamita que abrió el último boquete en los bajos del Padrún.

Durante este periodo que va de la N-630 hasta la A-66, en las comunicaciones entre Mieres y Oviedo, ocurrieron hechos lamentables. Quizás los conductores, al verse libres del largo peregrinar por las rutas del Padrún y Manzaneda, "pisaron" con demasiada alegría el acelerador y el caso es que la nueva vía se convirtió en "la ruta de la muerte" superando un largo centenar de muertos por accidentes de tráfico y teniendo como clímax de esta realidad el cruce de La Perra en Mieres, donde dejaron la vida más de veinticinco conductores o viajeros, siendo lo más lamentable la pareja de novios que se fue a casar a Seana y de regreso resultaron víctimas mortales por un accidente en tan señalado día. De todas formas, a través de esta nueva carretera, el viaje entre Mieres y Oviedo, se podía realizar en veinte minutos.

En 2003, entra en funcionamiento la conocida como Autovía Minera que se dirige a Gijón por la Güeria de San Tirso, pasando a través de los concejos de Langreo, Siero, ecétera, hasta la villa playera. Posteriormente, se inaugurarían los acceso a la zona de Siero, completando así el proyecto previsto. Dispone de varios túneles y limita , en el tiempo, el viaje aliviando en una buena parte la congestión de la A - 66 (llamada popularmente, desde Oviedo, como la Y asturiana), entre la capital, Gijón y Avilés.

Ahora mismo el panorama de comunicaciones por carretera de Mieres puede resumirse en las conexiones con Oviedo (diez minutos), por la A-66 con Gijón (treinta minutos), por la Autovía Minera (veinte minutos), con el polígono de Riaño en Langreo (siete minutos), con el oriente asturiano (una hora y diez minutos aproximadamente a través de la autovía de Santander) y con el tramo hacia el Occidente, la A-63 hasta Cornellana (veinte minutos uno arriba o abajo). Esta situación certifica que Mieres es "la capital asturiana de las comunicaciones".

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