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Desde mi Mieres del Camino

La biblioteca de Mieres roza su primer siglo

La historia del centro cultural por el que cada año pasan miles de personas

A uno le cuesta trabajo renunciar a recoger, periodísticamente hablando, la trayectoria de uno de los centros culturales más atractivos de Mieres, ante la eventualidad de que no exista, cara al inmediato futuro, ocasión de pregonarlo. Dos cursos, en este 2017, le faltan a la biblioteca pública "Vital Aza" de Mieres para cumplir el siglo de vida desde que, en 1019, inició su andadura, tras el debate del Pleno municipal del escrito elevado por la Junta de Extensión Universitaria Local, presidida por Vital Buylla Sampil, en el que se solicitaba la puesta en marcha de una biblioteca popular municipal, auspiciada por la residencia de estudiantes de Madrid.

Se da el caso de que, durante el tratamiento suscitado en la sesión del pleno de 14 de mayo de dicho año, bajo la presidencia del alcalde Manuel Llaneza, se produjo un denso y hasta fuerte debate entre el grupo socialista y los conservadores, que alegaban la existencia ya de la biblioteca de la Sociedad de Propaganda de la Buena Prensa, la que consideraban cumplía tal misión. La parte contraria defendía la tesis de que tal centro cultural respondía a una biblioteca católica, mientras que la solicitada por Extensión Universitaria no iba a presentar matices ni políticos ni religiosos, "pudiendo concurrir a ella individuos de distintas ideas y creencias", lo que permitiría solicitar subvenciones de diferentes sociedades y centros del ámbito municipal. Estos argumentos fueron suficientes para que lograsen mayoría los socialistas y se adoptase el acuerdo de crear la Biblioteca Popular Municipal, pero, como es lógico, dada la constitución corporativa, con seis votos a favor y cinco en contra.

Y así fue que en los bajos del propio edificio del Ayuntamiento, concretamente encima de lo que entonces eran calabozos municipales, quedó ubicado el primer centro público de lectura. Su horario de apertura diaria: de seis a nueve de la tarde, y los domingos festivos de cinco a nueve. El acto de inauguración tuvo lugar el nueve de noviembre a las tres y media de la tarde, con la conferencia del profesor de la Universidad y secretario de la Junta de Extensión, Ramón Prieto Bances, siendo nombrado primer bibliotecario Fernando Rodríguez Yllá, un personaje de la alta escuela activa mierense que, por su trayectoria, ya ocupó, hace años, amplio espacio en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA.

Los entonces vigentes medios de comunicación escrita registraron, como dato anecdótico el número de 234 lectores en el citado mes de noviembre, 295 en el de diciembre y 200 ya metidos en enero de 1920. La lectura pública en Mieres ya era una realidad. La Junta de Extensión Universitaria cedía la tutela de la biblioteca, en 1925, a un patronato del que es presidente honorífico el alcalde José Sela y Sela, y en calidad de efectivo Vital Buylla Sampil, siendo bibliotecario Braulio Suárez. En el acta de su primera reunión como patronato, se acuerda, bajo el deseo de hacer extensivo el beneficio a todos los habitantes del concejo, que la biblioteca se convierta en circulante, sacándola del casco urbano para crear, en pueblos y núcleos de cierta entidad, puntos de expansión cultural a través de la lectura.

Y llega 1932, cuando el Ayuntamiento asume la gestión y administración de la biblioteca, destinando la labor de control a dos concejales que informan periódicamente de su marcha, a la vez que se alquila un local, para su instalación, en la entonces calle Joaquín Costa -hoy Escuela de Capataces- ampliando así su capacidad de acción, ya con un fondo de volúmenes que supera los tres mil quinientos.

Claro que en 1937, con la entrada en esta plaza de los llamados nacionales, la biblioteca cierra sus puertas y según señala un folleto conmemorativo "Los años oscuros de 1937-1939", dan paso a la depuración de los libros en bibliotecas, ateneos y centros políticos, sociales y culturales, considerándose sus fondos, según reza en los documentos encontrados, como libros rojos, inmorales y sospechosos", proceso que se inicia en 1938 y que finalizará con el acuerdo de la comisión permanente del Ayuntamiento de Mieres, en uno de marzo de 1939, cuando se ordena, a la Junta Local de bibliotecas, que se depure la biblioteca municipal, para su posterior apertura.

Comienza la época franquista y en 1940, siendo alcalde José Domínguez, el coordinador de centro de Asturias, Lorenzo Rodríguez, envía un cuestionario al Ayuntamiento con la misión de poner en marcha la biblioteca pública de Mieres, que se instala en la calle Joaquín Costa. Pero el propietario del local urge a las consistoriales para que lo dejen libre, por lo que tanto libros como mobiliario pasan a custodia de la biblioteca de la Casa de España (hoy Casa del Pueblo).

Por fin, en 1941 se nombra bibliotecario a Alfredo González Zetta, una de las personas de mayor prestigio intelectual de la villa mierense, quién dedica su principal tiempo a la recuperación del material disponible en varios lugares, que habían quedado depositados tras la depuración. Todos ellos van a parar a un local ubicado en la calle Onésimo Redondo (hoy calle Oñón), en el punto justo de unión con la de Numa Guilhou, rumbo a los barrios de Arroxo y La Peña. El en el futuro Ayuntamiento se compromete a buscar un lugar más céntrico.

Y entra en juego, con todas las de la ley, en calidad de bibliotecario durante unos cuantos años, el querido compañero de las tareas informativas José María Pellanes. Esto ocurre un año más tarde, es decir, en 1942 y ha de regir los destinos del centro público hasta 1959. Durante todo este tiempo aparecen voluntarios, en su mayoría estudiantes de la Academia Lastra, que prestan su colaboración a fin de recuperar y clasificar todos el material, que, a la vez, se ve reforzado por la adquisición de nuevos libros a través de la Junta de Intercambios y Adquisiciones de Madrid y el propio Centro Coordinador de Asturias. Aunque la biblioteca abre en 1943 no se inaugura oficialmente hasta dos años más tarde con presencia de representantes de la Diputación Provincial y autoridades locales. Como dato aleccionador el año se cierra con un montante de 6320 préstamos, veintidós puesto de lectura in situ y nuevas estanterías.

Aunque existe una propuesta de nueva ubicación en la Escuela de Capataces, al final es la Dirección General de Enseñanza Primaria la que cede unas instalaciones del grupo escolar "Aniceto Sela" para su nueva instalación siendo necesaria una inversión de doscientas mil pesetas por parte del ayuntamiento. Y en enero de 1959, siendo alcalde Rafael Almazán Pons, se abren las nuevas dependencias, cediendo Pellanes su puesto, efímeramente a Teodoro Blanco, más tarde pasa a manos de Basilio Camino y unos años más tarde se hace cargo de la biblioteca Pilar Álvarez, hasta 1983 en que el centro de lectura pasa, provisionalmente a unas dependencias de la Escuela de Capataces. Un año más tarde, 1984, es cuando definitivamente la Biblioteca Pública "Vital Aza" de Mieres, pasa a estar dirigida, como coordinadora en el concejo, por Carmela González, actual regidora, siguiendo Pilar Álvarez como bibliotecaria, en aquellos tiempos.

Pese a ello el peregrinaje de este elemento cultural de Mieres no cesa y de nuevo, con sello provisional, se va una temporada al número 25 de la calle Manuel Llaneza, para facilitar la remodelación definitiva de la Casa de Cultura "Teodoro Cuesta". Allí figura actualmente con todos los pronunciamiento favorables, bajo la coordinación de Carmela González y un equipo de acción que atiende una fuerte demanda de atención, tanto presencial como de prestaciones. El acto inaugural tiene como fecha el 31 de mayo de 1988 siendo alcalde Eugenio Carbajal y concejal de cultura Misael F. Porrón. Al acto asiste el presidente del Principado Pedro de Silva. Hoy día la Biblioteca Pública "Vital Aza" de Mieres, según palabras de Carmela González, está diversificada con puntos auxiliares en Ujo, Turón y Santa Cruz, habiendo sido incorporado parte del telecentro de la villa.

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