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A contracorriente

Los baños de Ledesma

La salud en el agua del balneario salmantino, tan ligado a la minería

La cultura del agua tiene en los baños de Ledesma en Salamanca una excelente liturgia y un recorrido amplio por sus terapias curativas. Y estas instalaciones acuáticas de historia interminable tienen su base iniciática en época romana y con los tiempos fueron dándose a conocer por sus propiedades sanadoras. Y la popularidad de estas aguas queda reflejada en la siguiente copla: "Son los baños de Ledesma / más güenos pa los reumáticos/ y pa los gordos flemáticos / es muy güena la Cuaresma".

Actualmente estos baños de aguas sulfuradas y bicarbonatadas de débil mineralización afloran en los entornos del río Tormes a una temperatura de 48 grados, y sus propiedades mejoran las vías respiratorias, la faringitis, la artrosis y todos los problemas de la piel. Y su ubicación se encuentra en unos entornos privilegiados en la margen izquierda del literario cauce fluvial, con la dehesa y el campo charro de guardianes permanentes, lo que le aportan un microclima especial y unos aires revitalizadores que los agüistas que disfrutan de este complejo termal lo observan con nitidez y afecto.

La Mutualidad del Montepío de la Minería Asturiana es quién lleva la gestión del balneario desde hace más de tres décadas y son muchos los mutualistas y jubilados del Imserso los que acuden, durante casi todo el año, a sumergirse en estas aguas curativas y sentidas. Y Ledesma, con ese nombre de batalla, es todo un reducto placentero para infinidad de asturianos de estirpe minera que buscan en estas aguas superar sus dolencias y alcanzar un estado corporal superior. Y es que estas aguas calientes y curadoras contribuyen a hacer felices a cuantas personas las utilizan y las aprovechan. Y para el director gerente del complejo termal, Ángel Lois García, lo interesante del balneario es la calidad de las aguas y después que el personal que se hospeda en estas instalaciones se encuentre a pleno rendimiento de satisfacción y concordia, cuestión que los agüistas lo señalan con desparpajo y felicidad. Precisamente el Presidente del Montepío Juan José González Pulgar, con muchas ideas en mente, está en sus proyectos que este balneario pueda ser disfrutado por diferentes colectivos profesionales asturianos -toda una realidad- mediante convenios y acuerdos respondiendo al principio social con que se fundó.

Y dentro de la propuesta referida a salud, ocio y descanso se están llevando a cabo últimamente actividades destacadas que amplían notablemente el tiempo de asueto de las familias disfrutadoras de este estupendo complejo termal. Y en este aspecto los talleres gastronómicos y el conocimiento del universo de la astronomía son realidades que sirven para dar más cobertura al ocio de los residentes. Catas de vino, aceite y observar el movimiento de las estrellas en una noche clara y limpia son las nuevas ofertas de entretenimiento que los rectores del balneario han puesto en marcha con verdadero interés y que son seguidas por los huéspedes de estas modernas instalaciones. Y casi todas las semanas los talleres de cata de aceite y vino están muy animados. El bodeguero José Luis Flores de la D.O. Arribes en la provincia de Salamanca imparte unos cursos sencillos para que los participantes se acerquen al mundo del vino con clases prácticas y didácticas. Lo mismo realiza Loli Sánchez con sus aceites ecológicos desde su almazara en Ahigal de los Aceiteros, también en Salamanca, con explicaciones pedagógicas y cercanas para que los asistentes a este cursillo de horas adquieran un conocimiento aceptable del entorno de la oliva y el aceite. Y otro taller de gran aceptación es el de astronomía donde el experto en capturar estrellas con su gran telescopio, Óscar Martín, mantiene en vilo durante unas dos horas al personal que sigue de cerca las evoluciones y la visión lejana de la Vía Láctea. Éste joven astrónomo, con su sapiencia y orientaciones acerca del espacio estelar, convierte ese taller en un tiempo nocturno cargado de ilusión y sensaciones.

Y entre baños terapéuticos, estufas, chorros, duchas circulares, pulverizaciones y masajes junto con paseos, coloquios, bingo, bailes, juegos y deportes diversos, amén de mucha camaradería; vivir Ledesma es sentirse dichoso en un oasis de verde, agua, caminos infinitos y quietud espiritual, algo que el cuerpo lo recibe con propensión sentida. Y un dato importante y destacado, la cocina de este balneario es de calidad sobresaliente, variada y sabrosa. Una restauración que marca la pauta de lo que persiguen los rectores de este complejo termal. Y sin duda es su filosofía de puesta en escena. Sus trabajadores mantienen el estilo laboral con rigor y excesivo celo profesional, realidad que se refleja en unas instalaciones ejemplares al gusto exigente del mutualista sencillo que gusta de disfrutar de sus momentos con placer, gusto y sensaciones renovadas. Es lo que se llama de verdad turismo activo y ¡el agua es vida!

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